El cristianismo de la antidemocracia

Después de más de un año intentando recuperar los papeles que Donald Trump robó de la Casa Blanca antes de ser despedido por los votantes, el Departamento de Justicia logró recuperarlos este 8 de agosto con un registro forzoso de la residencia actual de Trump realizado por el FBI con autorización previa de un juez federal. 

A pocos españoles impresiona la noticia. Los Estados Unidos de América es un país lejano que solo llama la atención a quienes pueden darse el lujo de pasar unas vacaciones en la gran potencia o a quienes se enganchan a una serie americana o a los jóvenes fanáticos de grupos y chunga chungas en inglés o a comunistas atávicos estancados en la idea fija de que Estados Unidos es la morada de Satanás.  A esos se les dice que la democracia más longeva de los países civilizados está a punto de virar a la autocracia de cualquier república bananera y se quedan con cara de quien oye llover. Se les dice que España va por el mismo camino, y la inexpresividad de la cara se anima con un toque de incredulidad.  Para quienes comen todos los días sin problemas para pagarse la comida y van a su trabajo o a sus estudios sin problemas para pagarse el transporte y van al médico o al hospital sin problemas para pagar por que les curen porque es público, el mundo está como está y ya les está bien. La filosofía, las ideologías, la política no son asunto suyo. 

La polarización que hoy divide a la sociedad americana en dos bloques enfrentados hasta tal punto que algunos analistas ya hablan de guerra civil, por el momento incruenta, es asunto de todos, de absolutamente todos los ciudadanos del mundo porque a todos nos amenaza. En 2016, el voto popular eligió a Hillary Clinton presidenta de los Estados Unidos de América, pero un lío de la misma naturaleza que la Ley d’Hondt hizo que los votos electorales llevaran a la Casa Blanca a un psicópata narcisista capaz de cargarse, no solo a la democracia, sino a la mismísima soberanía del país. Donald Trump hizo y deshizo en la presidencia lo que le dio la gana atacando a Europa; iniciando una relación epistolar que él mismo calificó de amorosa con Kim Jong-un, autócrata asesino de Corea del Norte; una relación de amigos para siempre con Putin, autócrata asesino de Rusia; aliándose a otros poderosos por el estilo. Expulsado de la Casa Blanca por el voto popular y electoral de la mayoría de los americanos, Trump se llevó a su casa documentos clasificados como ultra secretos. ¿Para qué? Considerando sus peligrosísimos amigos, hay que estar muy desinformado o ser un perfecto descerebrado para que las glándulas no reaccionen como las de un erizo amenazado. Putin gobierna la segunda potencia mundial en armas nucleares; Kim Jong-un tiene gente trabajando sin descanso para meter a su país en la lista de países nuclearizados; los países de los otros amigos por el estilo de Trump tienen armas nucleares también. ¿Pensaba Trump ofrecer secretos de estado a esos monstruos a cambio de dinero o a cambio de que le ayudaran a  recuperar y conservar para siempre el poder? No hay analista político que hoy no se haga esa pregunta, abiertamente o no.   

Y todo eso, ¿qué tiene que ver con España? Todo.

El 41,7% de los americanos tiene una opinión favorable de Donald Trump. El trumpismo se ha convertido en un culto con millones de fieles. ¿Cómo es posible que tantos ciudadanos acepten que les gobierne un perturbado que durante cuatro años hizo de la mentira y del apoyo a leyes antidemocráticas su forma habitual de gobernar? La respuesta más fácil es que los medios afines a la ultraderecha le ensalzaban y le ensalzan divulgando mentiras a su favor y contra sus adversarios con fervor goebbeliano. Lo mismo responde el español que intenta explicarse la preponderancia de las derechas en las encuestas españolas. Pero en Estados Unidos abundan los medios, los periodistas y los analistas políticos honestos que cada día difunden la verdad. ¿Cómo es que no logran llegar y penetrar en las mentes de los que viven engañados por el método de la propaganda hitleriana? La respuesta hay que buscarla en el poder de Cristo.

La extrema derecha de Estados Unidos se ha puesto el nombre de «Christian Nationalists». Así se definen muchos políticos del Partido Republicano, partido hoy entregado en cuerpo y alma al trumpismo, que aspiran en noviembre a ser elegidos representantes y senadores del Congreso americano. El «nacionalismo cristiano» predica la santísima trinidad del orden racial, la libertad cristiana y la violencia machista. El orden racial significa respeto a la supremacía de los blancos. No se puede permitir que inmigrantes de otras razas y religiones tomen por asalto el país elegido por Dios para ser modelo de cristianismo. La libertad cristiana exige obediencia a las costumbres y reglas de la familia cristiana rechazando la abominación del amancebamiento, del aborto, de la homosexualidad. La violencia machista fue aprobada por la voluntad de Dios dando al macho mayor masa muscular y fuerza gracias a la mayor concentración de testosterona en su sangre, por lo que su preponderancia sobre la mujer obedece a la naturaleza por evidente mandato divino. Pero, ¿se justifica la violencia? En una nación entregada al respeto a la ley y el orden, la transgresión no solo puede sino que debe castigarse por todos los medios, incluyendo medios violentos. 

¿Hay algún partido o partidos en España que, sin hacer ostentación del nombre de «nacionalista cristiano», abracen y prediquen, abierta o encubiertamente, la misma trinidad que el «Christian Nationalism» americano? ¿Hay algún o algunos partidos que parecen tener empleados con la única función de seguir todos los suspiros del Partido Republicano de los Estados Unidos para repetir su doctrina y sus mensajes en España? ¿Hay algún o algunos que apliquen en España los métodos de la propaganda goebbeliana para divulgar su ideología?

La metáfora de la santísima trinidad aquí no es nueva. Es la doctrina que inspiró al gobierno franquista que se inspiró, a su vez, en el fascismo italiano en el que, a su vez, se inspiró en el nazismo alemán. Es la misma doctrina que el gobierno franquista impuso en todos los rincones del territorio nacional empezando por adoctrinar a los niños en los colegios y siguiendo por garantizarse la fidelidad de los adultos mediante un control absoluto de prensa, radio, cine y televisión cuando ésta llegó. Los nacionalistas españoles de extrema derecha, como los del partido de Bolsonaro en Brasil, como los del de Orban en Hungría  no han inventado nada. Estudiaron del fascismo doctrina y modos como actor que estudia su papel para una representación, y tan bien lo estudiaron y tan bien lo actúan que han merecido y merecen la ovación de millones. Su papel es incontrovertible. ¿Pero por qué? ¿Por qué ha vuelto una ideología que  crispó a sociedades enteras, que infundió el odio como se contagia una pandemia,  que hizo estallar guerras causando millones de muertos? 

En la investigación de ciertos crímenes, para dar con el culpable se dice que hay que seguir al dinero. Solo en la semana siguiente al registro de su casa, Trump recibió diez millones de dólares en donaciones. Hoy por hoy, en los países modernos, el nombre de Cristo ya no tiene el mismo poder que en un lejano antaño aunque se sigue utilizando para dar a quien le hace falta la tranquilizadora sensación de pertenencia a una tribu. El poder supremo y absoluto lo tiene el Dinero. El que se abre paso como una gigantesca excavadora, aquí, en Estados Unidos, en todo el mundo, es el Dinero. ¿Qué llama a ciertos jóvenes a afiliarse a un partido político y a introducirse en sus intríngulis con su ambición puesta en un cargo y, más allá, en verse en una lista electoral? Como confesó un personaje político español de derechas, estaba en política para forrarse. Para forrarse estaban muchos del Partido Popular como demostró la retahíla de causas penales que a muchos llevó a la cárcel; y las que faltan. ¿Qué mueve a obispos y sacerdotes a predicar a favor de los partidos que abrazan la doctrina del nacionalismo cristiano? A muchos, más que la fe les mueven las donaciones. En vísperas de las elecciones al Congreso de los Estados Unidos, la petición de donaciones hoy ocupa más tiempo en los medios norteamericanos que las «celebrities».  El éxito de un político y su influencia en un partido lo determinan los millones de dólares que sea capaz de recaudar en donaciones, por lo que en cada vídeo de propaganda electoral, sale el protagonista o una voz en off pidiendo dinero. A los jueces no se les puede comprar sin incurrir en delito grave, pero el poder permite a los políticos nombrar a jueces dispuestos a vender honra y lo que haga falta por obtener un cargo importante con un sueldo de importancia igual. Los nacionalistas cristianos del mundo entero saben que teniendo de su parte a la iglesia católica y a las iglesias protestantes y a la banca y a los grandes empresarios y a la judicatura tienen despejada la escalinata hacia el poder y garantizada la permanencia en los sillones de mando a menos que los mandatarios se pasen de listos o de tontos como les pasó a Aznar y a Rajoy. ¿Y qué les pasó a los socialistas en 2011? Lo mismo que nos quiere pasar ahora a los españoles.

Por motivos que a la mayoría parecen no importarle, nos ha caído encima la inflación. Para contener la inflación, los bancos centrales se ven obligados a subir tipos de interés. La subida de intereses lleva a los economistas a predecir crisis. Los políticos del nacionalismo cristiano lanzan gritos de crisis por todo el país y los medios abierta o subrepticiamente afines los repiten con altavoces.  ¿Y qué tiene  que hacer en una crisis un medio pobre, de esa clase que se llama media para hacerse ver? Encomendarse a Cristo y votar por nacionalistas cristianos porque esos tienen el beneplácito del poder divino en el cielo y del poder del Dinero en la tierra. ¿Y qué hacen los totalmente pobres, esos que los nacionalistas cristianos no ven y de los que, por lo tanto, ni hablan? Esos generalmente no votan porque generalmente se resignan a no importar a nadie.

Las encuestas predicen el triunfo de los nacionalistas cristianos en el Congreso de los Estados Unidos. Las encuestas predicen el triunfo en España de los nacionalistas cristianos si ahora hubiera elecciones generales. ¿Qué hacemos? Podemos resignarnos permitiendo que nos gobierne el Dinero disfrazado de falso cristianismo o podemos entregar el gobierno a los seres humanos que anteponen el bienestar de la gente a todo lo demás. Como siempre, la libertad y la calidad de vida de todos depende de los votantes.                   

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

2 comentarios sobre “El cristianismo de la antidemocracia

  1. El cristianismo fanático, unido a la política, es una gran bomba de destrucción masiva de los pueblos.
    Desde que Constantino el grande hiciese en el año 325 y después del concilio de Nicea, la religión católica como única e impuesta a todo el imperio romano, pocas cosas han cambiado, bueno, concilio a concilio se fueron añadiendo la virginidad de María, el Espíritu Santo, la infalibilidad del Papa…
    La religión de Jesucristo, dando por buena su existencia, sería el equivalente actual a la socialdemocracia ¡Qué lejos de todo ello estamos!
    Las normas de conducta para la sociedad han sido dictadas desde entonces por ese primer concilio y los siguiente. Es evidente que quienes crearon esas normas lo hicieron para su beneficio propio y mayor gloria. Al ser humano como tal: sujeto de derechos y obligaciones, solamente se lo consideró como sujeto de obligaciones, siempre sumisos al status quo que imponían desde los púlpitos.
    Los hombres adinerados de todas las épocas, no se les medía nunca por el mismo rasero, las bulas compradas con dinero les permitían hacer su santa voluntad sin tener que dar cuenta de sus actos a nadie. Una confesión y unos diezmos los limpiaban de toda culpa, por más atroz que ésta fuera.
    Así siguen funcionando hoy en día sectas como el Opus Dei, Legionarios de Cristo…
    Ampararse en la entelequia de un Dios todopoderoso sigue sirviendo a políticos deleznables, Trump es el paradigma de lo que digo, para hacer de su capa un sayo y despreciar los más elementales DDHH. Si aderezamos la divinidad con la ignorancia y la superchería, tenemos el perfecto caldo de cultivo para que partidos como VOX o el PP medren sin que nadie, los jueces tan corruptos como los citados partidos, tengan que molestarse en rendir cuentas de sus actos; cuando lo hacen, caso del señor Zaplana, siempre se ingenian algo, por pedreste que parezca, para librarse de la cárcel.
    Las encuestas, compradas con nuestro dinero, dicen que el PP ganaría unas hipotéticas elecciones si se celebrasen hoy en día. Mienten, mienten los medios de desinformación, más preocupados por sus cuentas de resultados que por decir la verdad, hay honrosas excepciones, pero son las mínimas en una jungla de medios de intoxicación y engaño.
    Yo, personalmente no creo ni por un instante, que Feijóo vaya a ser nunca presidente de nuestro país, y no lo creo porque conocido el personaje y sus enormes carencias la posibilidad de que termine siendo otro Casado más es lo más plausible.
    Si los medio pobres que dice María Mir, si la gente con un mínimo de sentido común y amor propio va a votar en las próximas EG, el Psoe volverá a ganar, porque es mucho lo que nos jugamos sensu contrario.
    Como contumaz optimista, así lo creo y deseo.

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