Vuelven los vampiros

Dicen que la creencia en el mito de los vampiros se popularizó en Europa después del siglo XVII, tal vez por la necesidad  de encontrar una explicación a las mortales epidemias que habían asolado el continente. Sobre esos seres que, después de la muerte de su cuerpo, permanecían en este mundo alimentándose de la sangre de los vivos se ha escrito, se ha dibujado, se ha filmado tanto que algo saben sobre su existencia tanto eruditos historiadores, como analfabetos por igual. Algunos pensadores explican la existencia de los vampiros y la atracción que estos personajes han ejercido siempre sobre el vulgo por considerar al chupador de sangre encarnación del mal. Pero pocos, muy pocos, han librado al fenómeno de sus características míticas para estudiarlo como una realidad fáctica. En sentido metafórico, pero profundamente analógico, vampiro es el que alcanza el éxito o amasa su fortuna robando tiempo y recursos a los demás; es decir, en sentido metafórico,  pero profundamente analógico,  vampiro es el que vive de la sangre del prójimo. Esta clase de criaturas ha existido siempre en todas partes, pero en estos momentos prolifera en partidos políticos y gobiernos de tal forma que hoy, en gran parte del mundo, amenaza la evolución de valores humanos. La amenaza actual del vampirismo en política es el fascismo. 

El vampiro actúa en las tinieblas. El éxito de su maldad depende de que la penumbra oculte las intenciones perversas de su mente deforme. La estrategia del fascismo empieza por oscurecer el ambiente político y apestarlo para espantar al ciudadano. Enrarecer el ambiente político cuesta muy poco. Basta atacar al contrario con insultos de todos los calibres, difamarle con mentiras, y si el contrario está en el poder, pintar el país con un panorama lóbrego que despierte el miedo de los ciudadanos y el odio contra quienes les gobiernan. Semejantes discursos, repetidos por los políticos fascistas un día tras otro ante todos los micrófonos que les ponen delante y por toda la prensa que los políticos fascistas subvencionan, penetra en las mentes desprevenidas dejando la conclusión de que lo que dicen será verdad. Y ese constante bombardeo de infundios aceptados como verdades aleja a los ciudadanos de la política, de la información auténticamente veraz  convirtiéndolos en víctimas indefensas de los vampiros políticos. 

En España podrían encontrarse miles de ejemplos de fascistas que gobiernan o aspiran a gobernar, pero uno destaca sobre los demás por el horror de su falta de humanidad. En las residencias públicas de la Comunidad de Madrid, 7. 291 ancianos murieron ahogándose sin paliativos por orden de un protocolo que les privó de atención médica y del traslado a un hospital. En un país democrático con un poder judicial íntegro, quienes emitieron esa orden habrían sido juzgados por omisión del deber de socorro regulada en el artículo 195 del Código Penal. Pero quienes emitieron esa orden eran fascistas y se libraron de la penalización recurriendo a la estrategia fascista de culpar a contrarios o de ampararse en falacias como la de que los ancianos iban a morir de todas maneras aunque se les llevara a un hospital; verdad incontestable porque todos los seres vivos estamos destinados a morir de todas maneras. Hasta tal punto consiguieron librarse de culpa, que en  las siguientes elecciones al gobierno de  la Comunidad de Madrid, los que concibieron y firmaron el protocolo de la muerte inhumana ganaron por mayoría absoluta. Solo caben dos explicaciones; o los fascistas han vampirizado a la mayoría de los votantes de Madrid chupándoles el entendimiento o la mayoría de los votantes de Madrid han abrazado el fascismo porque aspiran a convertirse en vampiros para vivir mejor. En cualquier caso y prescindiendo de metáforas, tanto los culpables de semejante monstruosidad como los que volvieron a otorgar a los culpables el poder de perpetrar otras monstruosidades son monstruos.

   Monstruo, en la primera acepción del diccionario, es un «ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie». Entre otras características, la especie humana se distingue por la empatía, la «capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos». En «Los 14 síntomas del fascismo eterno», Umberto Eco ofrece unas características del fascista, avaladas por la historia, que le convierten en un monstruo por carecer de empatía. Ayer, Donald Trump afirmó en un discurso que si perdía las elecciones habría un baño de sangre en todo el país. Milei prometió gobernar para los ricos agravando la pobreza de la mitad de la población. Para anexionarse a Ucrania, Putin bombardea objetivos civiles matando a mujeres y niños. Netanyahu decide acabar con los palestinos con bombas y matándoles de hambre y de sed. Son monstruos, sí, pero el daño que causaría su monstruosidad sería limitado si otros monstruos no les hubieran entregado con sus votos el poder de destruir a millones sin lástima ni sentimiento de culpa. 

   En España no estamos libres de peligro. Las últimas elecciones han demostrado que la mayoría no sabe defenderse de la estrategia fascista; los enterados, por monstruos; los ignorantes, por no hacer esfuerzo alguno por informarse. Incluyo aquí los síntomas del fascismo de Eco con la esperanza de que los monstruos vampiros sean una minoría. La ignorancia tiene remedio; la infrahumanidad, no.

https://ctxt.es/es/20190116/Politica/23898/Umberto-Eco-documento-CTXT-fascismo-nazismo-extrema-derecha.htm

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

3 comentarios sobre “Vuelven los vampiros

  1. La verdad es que la metáfora de los vampiros está muy bien traida, amiga. Es muy gráfico y de fácil digestión para los perezosos que se cansan de leer más allá del titular.

    Vivimos tiempos de tribulación, y como es sabido, en tiempos de tribulación no hacer mudanza.

    Pues parece que esa afirmación atribuida a San Ignacio de Loyola debería de estar plenamente vigente en nuestros días.

    Hacer mudanza hacia el fascismo más reclacitrante, el de Trump, Putin, Netanyahu, y más cercano a nosotros Ayuso o Feijóo, no es la mejor solución para los ciudadanos.

    Estos vampiros sin escrúpulos ni decencia tratan por todos los medios de sorbernos el cerebro, y a fe que lo están logrando. Cuando la masa sea totalmente vampirizada ¿qué mundo reconocible quedará?… Me temo que ninguno.

    Si el fanfarrón y matón de Trump dice que de no ser elegido correran ríos de sangre, si el otro matón sanguinario de Putin amenaza con armas nucleares a la OTAN, se me antoja que el holocausto nuclear, ese que siempre hemos visto muy lejos y en alguna película de serie B, se hace patente con más fuerza y seguridad que nunca.

    Cuando en una noche estrellada miro al firmamento siempre recuerdo la paradoja de Enrico Fermi y me hago la pregunta que él se hizo¿Dónde está todo el mundo?…

    Creo que sería un buen momento para que ese «todo el mundo» viniera a rescatarnos, porque de seguir así las cosas terminaremos siendo polvo espacial ajeno a toda forma de vida.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario