
Después de leer noticias que cuentan lo que pasa en frío y de escuchar tertulias que intentan explicar lo que pasa con los razonamientos etéreos de la mente de cada tertuliano, los medios ofrecen, de vez en cuando, las palabras entrecortadas de un anciano, de un joven, un adolescente, una mujer, un hombre cualquiera; palabras que hablan de circunstancias que han transformado su vida en una tragedia. Las noticias y los razonamientos se pierden en la esfera de las abstracciones. La realidad se concentra en unos labios que se quejan, que dicen su desesperación, que suplican con la esperanza de que alguien valore su vida.
Los medios nos ofrecen cada día los ingredientes de una masa de vidas humanas disueltas en un suceso. Puede ser un ataque físico, un asesinato, un secuestro, una deportación, un suicidio; el número de víctimas de un naufragio, de un bombardeo, de un terremoto. Una mirada atenta a esa masa empieza a revelar unos grumos. Una mirada aún más atenta a esos grumos revela que son cabezas, cabezas de hombres, mujeres, niños, niñas, con caras, con cejas, ojos, labios torcidos por el dolor que se resisten a ser disueltos en una masa informe. Esos labios gritan un nombre, su nombre, el nombre que a cada uno dieron para ser reconocido en este mundo, el nombre que distingue su vida de la vida de todos los demás. Pero esos nombres tienen el mismo valor que un número. Hay mucha gente que se llama igual. Cada nombre solo excita emociones en prójimos muy próximos que lo asocian al amor o al odio. Esos nombres a veces se cuelan en las informaciones de sucesos, en los carteles rodeados de flores que recuerdan a una víctima en el lugar de su caída. Pero esos nombres no importan a quien no hubiera tenido relación alguna con sus dueños. Como, en el fondo, ni a sus dueños importan. Porque, en realidad, a nadie importan las voces que nos llaman; importan los ojos que nos ven.
En las manifestaciones por la paz que hoy llenan las calles de varias ciudades no hay caras ni nombres de los caídos o por caer en una guerra. No hay vidas que valorar. Los carteles proclaman un insulso «No a la guerra» y la perogrullada «Sí a la paz». Esas manifestaciones y los políticos que las incitan no se molestan en explicar por qué no o por qué sí. Les basta con provocar el rechazo de cualquier persona a los horrores de una guerra y la adhesión que a todos provoca el término «paz». No dicen qué paz. Porque Paz no es solo una palabra que, escrita con rotuladores en carteles o esculpida en mármol en algún monumento, despierta sensaciones positivas. Paz, dice el diccionario, es «una relación de armonía entre las personas,sin enfrentamientos ni conflictos» y el «Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto ni inquietud». Según estas acepciones, la paz perfecta se encuentra en los sepulcros. Pero hay otra acepción que es la que hoy mueve a manifestaciones: «Situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países».
Para entender esto, a los políticos y activistas que hoy piden la paz a toda costa les bastaría leer el librito de Immanuel Kant «Sobre la paz perpetua»; les bastaría, de hecho, leer y reflexionar su primera sección: «Artículos preliminares». Y si hasta esta lectura les resulta pesada, deberían leer, reflexionar y explicar a sus seguidores el artículo 5º: «Ningún estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución o el gobierno de otro estado».
En 2014, el autócrata ruso Vladimir Putin invadió la península de Crimea, reconocida por la Naciones Unidas como parte de Ucrania. Ucrania no respondió con guerra, sino con negociación, aceptando condiciones impuestas por Rusia y por el gobierno rusófono de Crimea. En febrero de 2022, Putin, envalentonado por la anexión sin problemas de Crimea, lanza sus tropas contra Ucrania con la intención de anexionarse todo el país,empezando por Kiev, su capital. ¿No a la guerra y sí a la paz para que Rusia termine anexionándose todas las repúblicas de la fenecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas? Los políticos y activistas que incitan y lideran las manifestaciones del no a la guerra y sí a la paz, ¿no saben que privar a un país de su libertad para obligarle a girar en torno a un país agresor no garantiza la paz perpetua sino todo lo contrario? ¿Y no piensan que todo lo contrario de la paz perpetua es una guerra perpetua soterrada que impide a los ciudadanos, a la sociedad, vivir en paz? ¿O sí lo saben, pero su objetivo primordial es conseguir votantes entre los amantes de la paz para las elecciones próximas y las generales? ¿Y no cuentan más que esos votantes las personas sin cara y sin nombre que la muerte ha convertido en una masa informe nombrada con un número? ¿Y no cuentan más las caras con nombre que aún sobreviven con su dolor a cuestas suplicando que no les abandonen? A esos desgraciados no les importa que quien les amenaza de muerte día y noche y destroza sus vidas matando a quienes ama y destruye sus casas sea combatido por los Estados Unidos y la OTAN o quien sea. Lo que quieren es que quien sea,saque al asesino de su casa,de sus calles.
Los políticos y activistas que proclaman el no a la guerra y sí a la paz defienden a Rusia por una fidelidad atávica al comunismo que no han podido superar aunque hoy Rusia sea gobernada por un billonario defensor del capitalismo de los oligarcas que le mantienen en el poder. Los más cultos se adhieren a Marx y Engels sin poder citar ni un solo pasaje del «Manifiesto Comunista» que hoy pueda aplicarse a la realidad económica, política y social de Rusia. Hoy Putin se ha convertido en el ídolo de los fascistas italianos y de los americanos trastornados por las locuras fascistas de Trump. Y los políticos y activistas que proclaman el no a la guerra y sí a la paz acusan a Europa y a los Estados Unidos de combatir a Putin para enriquecerse. Si tal confusión no se explica por un trastorno mental, solo puede explicarla el ansia de poder que, en una democracia, solo se puede alcanzar con votos; de aquí el ansia de votos, siendo el voto, además, un modo de enriquecer a los partidos con dinero público. Entonces, ¿el no a la guerra y sí a la paz es,en realidad, un modo de captar votos para enriquecerse y conseguir el poder con medias verdades y mentiras? El ansia de dinero y poder que supera todos los valores humanos es la característica por excelencia del capitalismo salvaje. Entonces, ¿qué defienden, en realidad, los políticos que predican la paz de Putin?
Millones de vidas humanas hoy piden ayuda en las fronteras de países desarrollados, en las aguas del mar en el que se están ahogando, en el infierno de países como Ucrania, en los campos de refugiados, en las chabolas a las que el dinero no llega para sobrevivir. ¿Puede vivir en paz quien ignora las caras de esos millones que luchan para no disolverse en la masa de los desgraciados? «Es importante que todos sepan que yo soy mucho más que las cosas malas que me ocurren», dijo Jane Marcziewick, cantante de 31 años que falleció por un cáncer con metástasis en todo su cuerpo. Cada uno de los millones de desgraciados que luchan por sobrevivir en un mundo que no les concede ningún valor es mucho más que todas sus desgracias; es un ser creado con el valor infinito que Dios o la Naturaleza confiere a cada vida humana.
Una gran verdad, hoy el verdadero apoyo a la paz sigue siendo ayudar a Ucrania de la manera que ellos demanden. Y recuerden: Putin no es comunista, es un millonario loco egocéntrico que se cree emperador…
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La paz, casi nada, amiga María. PAZ:
Situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas.
«tiempo de paz». Así la define la RAE.
¿Tienen paz los palestinos asesinados sistemáticamente por los sionistas. Es paz la constante anexión de territorios que, desde hace siglos, ocupó el puebloo palestino?
¿Disfrutan de paz los afroamericanos que son asesinados, un día sí y al otro también, en la tierra de la libertad, la patria de los valientes que cantan en su himno los norteamericanos?
¿Tienen paz las miles de mujeres asesinadas en Tijuana y enterradas en el Desierto de Baja California?
¿Tienen paz los ancianos recluidos en residencias donde son tratados como pura mercancía para enriquecer a los déspotas dueños de las mismas?
¿Tuvieron paz los más de siete mil ancianos abandonados a su suerte en residencias de la CA de Madrid?
Como podemos ver la definición que hace la RAE de la palabra PAZ se queda muy corta, raquítica, diría yo. Los interrogantes siguen sin ser despejados.
¿De qué manera vamos a definir lo que ocurre en ese cementerio líquido que es el Mediterránero?
No se me ocurre forma de nombrar todo cuanto he escrito y las docenas de ejemplos más que me callo porque sería demasiado prolijo para un simple comentario.
Los seres humanos, una gran mayoría, tienen una tara que les impide empatizar con las desgracias de los demás. Esto es algo que se repite en los más de 4.543 millones de años de nuestra corta historia en el Universo, es decir, es algo intrínsico en nuestra naturaleza, así como lo son la codicia, el amor, el odio…
Las guerras, las malditas guerras las hacen unos señores sentados en poltronas para que nos matemos entre nosotros mientras ellos se llenan los bolsillos de dinero. Puede parecer una simpleza, pero si lo meditan verán que es cierto.
La especie humana evoluciona de forma constante, pero de seguir así las cosas terminaremos autodestruyéndonos nosotros y todo cuanto nos rodea. Triste hazaña.
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Joder, ya Facebook no me deja entrar y no pienso molestarme para ver qué pasa. Publícalo tú, por fa
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Lo de Putín está muy mal, pero las cosas no son tan simples, que todo es culpa de un demonio llamado Putin es una simplificación excesiva que los mismos de la Otan nos confirman, ellos también querían camorra, pedir mas guerra hasta la destrucción del enemigo hay que hacerlo cuando uno/a se presenta voluntario/a al frente si no permitanme que dude de ese belicismo confortable. Como siempre recomiendo leer a Rafael Poch o escuchar al coronel Baños con muchos videos en youtube ambos expertos en esas zonas euro asiáticas (rafaelpoch. Ellos lo cuentan así) donde se ve clarísimo como el tema de Ucrania, un país por otra parte supercorrupto no es mas que una guerra interpuesta que intenta mover fichas en la batalla que libran los USA al ver amenazado su dominio mundial, no hay nadie santo, son todos culpables como por otra parte era de pura lógica esperar.
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