La nave de los locos

Madrid vio el domingo una multitudinaria manifestación en defensa de la sanidad pública. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, vio en las calles de su capital a 34 médicos y 200.000 comunistas.  Todas las encuestas y los analistas políticos de los Estados Unidos predecían que una marea roja, es decir, marea de votantes del Partido Republicano, iba a cubrir el país en las elecciones legislativas y federales. Se equivocaron. Resultó ser una marea azul  que entregó la mayoría del Senado al Partido Demócrata y una mayoría escuchimizada  a los republicanos en la Cámara de Representantes. Pero Donald J. Trump, ex presidente de los Estados Unidos y máximo responsable de la debacle republicana en las elecciones, ha anunciado que  volverá a presentarse como candidato a la presidencia en 2024. Lo anuncia con dos años de antelación por diversos motivos, uno de ellos, para no renunciar a su vocación de estrella mediática; vocación que, durante su mandato, convirtió a todo el país, incluyendo la Casa Blanca, en un inmenso plató de televisión. Vladimir Putin despertó un día sintiéndose heredero de los zares de Rusia, llamado por el destino a devolver a la gran nación su antigua gloria. Empezó por querer anexionarse a Ucrania y nadie sabe cómo acabará porque, si no le dejan anexionarse todas las antiguas repúblicas soviéticas y seguir más allá, puede que decida demostrar su poder omnímodo destruyendo el mundo con su armamento nuclear.  Probando el armamento nuclear de su país, Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, entretiene su abundantísimo tiempo libre jugando a convertirse en líder mundial. Muy cerca, Xi Jingpin, líder supremo de China, se prepara para anexionarse a Taiwan amenazando con bombas nucleares a quien se le ponga por delante. Y estos son solo unos cuantos de los ejemplos que demuestran que el mundo se ha convertido en una nave conducida por locos hacia el Paraíso de los Locos, según la alegoría de Platón. 

Diríase que vivimos al borde de hundirnos en las profundidades de un mar proceloso conducidos, por los que tienen el poder, hacia un inevitable y definitivo naufragio. La Historia nos tranquiliza contándonos que hubo tiempos peores, mucho peores, de los que la humanidad salió, en los países civilizados, más robustecida, más libre, más humana. Vano consuelo. No había en tiempos de reyes y guerreros locos armas de destrucción masiva ni estaba el mundo entero amenazado por los elementos dispuestos a vengarse de los abusos de los hombres. Hoy todo amenaza muerte. Los hombres, machos y hembras, parecen haberse hartado de la Creación; de la exigencia de evolucionar creando; creándose, sobre todo, a sí mismos. Hoy parece que los hombres se hubiesen rendido agotados por el esfuerzo racional que exige alcanzar el grado de seres humanos. Alcanzar ese grado debería determinar el rumbo de una vida humana para llegar al puerto final con la certeza de haber cumplido con la razón por la que Dios o la Naturaleza ofreció al hombre la Tierra y cuanto en ella existía para que la gobernara y disfrutara. Pero hoy parece que los hombres se hubieran cansado de gobernarse a sí mismos  y de gobernar a la Tierra y hasta de disfrutar con el alma cuanto el mundo les ofrece. Hoy parece que la mayoría prefiriera un mundo virtual.   

La democracia moderna otorga el poder, en primer término, a los votantes para que los votantes elijan a quienes van a representarles en el gobierno de una nación. Parecía que los políticos habían dado con la fórmula idónea para convivir con la igualdad de todos ante la ley y la libertad que a todos permite evolucionar como seres humanos. Pero un buen día, la mayoría de los ciudadanos, embriagados por los discursos de locos que parecían importantes, entregaron a esos locos el poder sin preguntarse si esos locos estaban capacitados para pilotar la nave del gobierno. Y en el mundo que llamamos civilizado, se armó la de San Quintín; aquella batalla del siglo XVI que costó miles de vidas humanas y que ha servido desde entonces para referirse lo mismo a una gran conflagración que  a un escandalete. 

Hoy vivimos entre conflagraciones y escandaletes  porque la tripulación de la nave parece haberse vuelto loca y confía la nave y sus vidas a quienes no saben ni quieren saber cómo llevar un timón. Dice Benjamin Jowett, traductor inglés de Platón, que la tripulación de la nave de los locos se adueñó de la despensa y no hacía otra cosa que beber y comer. Borrachos de distracciones y hartos hasta reventar, los medio pobres de hoy llenan sus ratos libres con todas las formas de diversión que les ofrecen los magnates de la diversión y que sus cuentas bancarias y préstamos y tarjetas de crédito les permiten. No tienen tiempo ni ganas de mirar al cielo, de auscultar al viento, de calcular el rumbo. Hoy diríamos que esa tripulación de necios corresponde a los que, declarándose apolíticos, entregan con su voto el gobierno de sus vidas a quien menos rabia les dé o más diversión les proporcione. 

¿Cómo se justifican los votantes madrileños del PP haber dado mayoría casi absoluta para gobernarles  a una mujer que solo sabe con certeza cómo poner cuerpo y cara para salir bien en fotos y por la tele? ¿No pensaron que necesitaban servicios públicos y que esa mujer tenía solo una vaguísima idea de lo requería la creación y gestión de esos servicios? ¿Creyeron que más importante que cualquier otra cosa era que el físico y la sonrisa de esa mujer adornara las pantallas de sus móviles? ¿O es que con los estómagos llenos ya solo necesitaban la diversión que esa mujer pudiera proporcionarles? ¿Y qué puede proporcionar a marineros borrachos más diversión que los insultos de taberna contra los adversarios; la excitante expectativa de trifulcas?  En España hay varios políticos con la misma habilidad de sublevar al personal; por ejemplo, la portavoz del PP que parece retarse con Díaz Ayuso a ver quién resulta más borde y la dice más gorda. Intentan imitar a las dos otros líderes de las derechas, pero esos carecen de dotes histriónicas y aburren. 

Siguiendo con el orden de ejemplos de la entrada, vemos que a Donald Trump, estrella televisiva durante catorce años antes de acceder a la presidencia de la nación, nadie le gana a la hora de divertir con insultos a contrarios y llamadas a la violencia. ¿Quién, en el mundo, puede presumir de haber conducido una horda emborrachada por sus discursos a asaltar el Capitolio de los Estados Unidos de América? Se sabe que la mayor parte de esa horda sigue organizada y dispuesta a asaltar todas las instituciones habidas y por haber si Trump no gana las elecciones de 2024 y les conmina a la movilización. O detienen al mandamás de la tripulación de los locos o la democracia americana se acabó y con ella, las democracias de todos los países que entreguen el poder a mandamases necios. 

La democracia se acabó en los países de los otros ejemplos. Todos ellos están gobernados por autócratas fascistas aunque hay todavía muchos necios que adjudican a algunos de esos líderes la ideología comunista; un sistema socioeconómico que, tal como lo concibieron y propugnaron Marx y Engels, ya no existe en ninguna parte. Ya no hay lucha de clases. El obrero, el trabajador, manual o intelectual, hoy lucha por no bajar al sótano de los pobres soñando con subir al piso de los ricos. El comunismo sólo pervive en el mundo de  las ideas románticas; las ideas de todo lo que una vez alguien soñó que fuera y no fue. Prometía la perfecta igualdad de todos los hombres exigiendo a cambio que cada cual renunciara a su libertad; o sea, que el mundo se transformara en una nave de necios con los estómagos llenos y las mentes vacías. No pudo ser. El hombre de hoy ha renunciado a valores, al esfuerzo de construirse un criterio moral por el que regir su conducta, pero a lo que todavía no renuncia es a lo poco que le queda de ser humano; la libertad.       

Queda poco, muy poco al hombre, macho y hembra, para cumplir con la razón por la que fue creado por Dios o por la Naturaleza. Pero por exiguo que sea lo que le queda, hoy por hoy todavía es suficiente para evitar el naufragio definitivo. Donald Trump perdió las elecciones; perdió las elecciones legislativas el Partido que escoró a la extrema derecha por seguir las órdenes de Donald Trump; Bolsonaro, otro fascista disfrazado de cristiano evangélico, también perdió. En España ganó las elecciones generales un partido que nunca entregó el timón a un necio. Pedro Sánchez está llevando la nave del gobierno con todo el arte que se exige a un buen capitán en medio de una borrasca espantosa. Esto significa que la mayoría sigue razonando, respetándose, utilizando su libertad para confiar el gobierno de su vida a quien tenga los conocimientos, la habilidad y, sobre todo, la voluntad de llevar las vidas de los ciudadanos a buen puerto. Y en esta tripulación de seres humanos inteligentes, hay quien no se limita a ejercer su poder en unas elecciones. Cientos de miles de madrileños se manifestaron en la calle exigiendo una sanidad pública. Cientos de miles de iraníes se manifiestan cada día en las calles de todo su país exigiendo libertad. Sigue siendo minoritaria la tripulación de los necios que, con apariencia de personas, se empeñan en emular a los animales. 

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

4 comentarios sobre “La nave de los locos

  1. Estimada amiga, muy bien escogido el título de tu magnífico artículo. La nave de los locos es uno de esos cuadros de El Bosco que nunca pierde actualidad.
    Estamos rodeados de necios, tú lo explicas perfectamente en el artículo, los necios suelen devenir en locos, y cómo tales, eligen al más loco de entre ellos para que los represente.
    Así las cosas, los españoles más avisados han depositado todas sus esperanzas de llegar a buen puerto en un hombre que siempre sabe estar a la altura de las circunstancias, por muy adversas y complicadas que estas sean.
    Pedro Sánchez es un estadista de verdad, sin alaracas, sin el mínimo lugar al histrionismo de los necios más necios: Ayuso, Abascal, Feijóo, Gamarra…
    Su presencia en la cumbre del G20 en Indonesia ha resultado toda una lección de saber estar y de ganarse el aprecio y el respeto de los mandatarios mundiales más importantes.
    Con la crisis originada por los dos misiles caidos en Polonia, se levantaron de madrugada cinco hombres: Biden, Rishi Sunak, Olaf Scholz,Macron y Pedro Sánchez. fortunadamente la crisis se zanjó con rapidez y con la certeza de que los misiles habían sido lanzados por Ucrania para defenderse de un ataque, también con misiles, de Rusia.
    Nunca en nuestra corta historia como democracia moderna había tenido tanto protagonismo un presidente de gobierno de España.
    Todo el respeto y aprecio que le muestran fuera se convierte en insultos, barbaridades y desvarios de los locos que, además de estarlo, se mueren de envidia.
    Para la libertad sangro, lucho, pervivo, escribió el poeta del pueblo Miguel Hernández.
    Ese afán de libertad, esa lucha diaria por conseguirla y conservarla, es lo que nos salvará de esa nave de locos furiosos y ahitos de rabia.

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