Sálvese quien pueda

Feijóo y Pedro Sánchez acuerdan renovar el Consejo General del Poder Judicial. Señalan fecha para comunicarlo oficialmente. Los líderes del PP buscan desesperadamente una excusa para romper el acuerdo, como han hecho siempre durante cuatro años. Y, ¡eureka!, la encuentran. La rebaja de las penas por sedición que Pedro Sánchez está decidido a incluir en el Código Penal, les ofrece otra excusa. Sánchez se ha aliado con los catalanes para romper España, pero no lo conseguirán. Las tres derechas de nuestro país vuelven a bajar de las alturas del recuerdo al Generalísimo Francisco Franco para que vuelva a liderar una Cruzada Nacional que limpie de rojos catalanes, vascos, gallegos la sacrosanta tierra de España. Pero es que con Sánchez no se rompe nada, dice un ingenuo que aún cree en el valor de la verdad. Pero es que hoy sabe todo el mundo que con la verdad no se llega a ninguna parte, y los probos patriarcas nacional-católicos quieren llegar al poder como sea. Como sea quieren los candidatos a representantes y senadores del Partido Republicano de los Estados Unidos conseguir, en noviembre, mayorías en ambas cámaras para derogar las leyes sociales que Biden ha conseguido aprobar y para iniciar procesos de destitución de Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, y de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y de cuanto alto cargo de la actual administración se les ocurra a los republicanos. Como sea quiere Jair Bolsonaro ganar otra vez la presidencia de Brasil. Pero, ¿qué quiere decir «como sea»? Quiere decir que si para recuperar el poder hace falta destruir los valores individuales que hacen posible la convivencia entre seres humanos, se destruyen; se destruyen fácilmente predicando la violencia en nombre de un Cristo impostor que propugna el asesinato de los contrarios para limpiar al país de huestes infernales y convertirlo en un paraíso de seres obedientes a la cúpula de políticos, mangoneados estos, a su vez, por la cúpula de financieros. En nombre de Dios, las derechas utilizan todos los medios que la democracia les otorga para convencer a los ciudadanos de que un país idílico es aquel donde la masa lucha por la supervivencia sin exigir nada, disfrutando tranquilamente de la paz de los sepulcros.

Anoche, Seúl era una fiesta. Cien mil jóvenes llenaban calles estrechas y empinadas celebrando Halloween. Dicen que el terror excita las glándulas produciendo orgasmos mentales. Pues allí estaban cien mil veinteañeros orgásmicos disfrazados de personajes terroríficos en una orgía en la que el alcohol y las drogas libraban de todo reparo humano. Dicen que alguien dijo que en un hotel de una de esas calles estaba uno de los ídolos de los jóvenes surcoreanos y, de pronto, una avalancha de miles de cuerpos cayó sobre otros miles de cuerpos aplastando cuantos cuerpos encontraban a su paso; miles de fanáticos corrían sobre muertos y heridos para ver a su ídolo. Muertos y heridos dejaron de ser lo que eran cuando llegaron a la fiesta para convertirse en una cifra. Ciento cincuenta y pico muertos hasta ahora, miles de heridos, pero la cifra aumentará cuando logren sacar de una pila de siete pisos de muertos a los que, por ahora, dan por desaparecidos. Hoy, en su casa, miles de jóvenes que aplastaron bajo sus zapatos a otros miles descansan tras la juerga de sangre, muerte, terror con la que celebraron una fiesta concebida por el comercio para que los niños se compraran disfraces y fueran en grupos por las casas pidiendo dulces. Pero eran otros tiempos. Películas, series y videojuegos hoy enseñan a niños y jóvenes  a despreciar a la muerte y a aliñar sus vidas con la excitación de sus glándulas sexuales.      

En una fiesta excitante debió convertirse la alocución del Papa Francisco a un grupo de seminaristas instándoles a no mirar pornografía, diciendo abiertamente que la miran tanto laicos como sacerdotes y monjas. ¡Lo que ha hecho el móvil! Por la pornografía «un poco normal» entra el diablo, dijo el Papa. Dijo, además, que la pornografía debilita el alma. Si no fuera porque Francisco, con toda franqueza y honestidad, expuso lo que verdaderamente cree, podría decirse que se trata de otra mentira. La pornografía «un poco normal», como el Papa especificó, no hace otra cosa que excitar las glándulas sexuales. Lo que ensucia, debilita y puede llegar a destruir el alma es la necesidad, creada por diferentes medios, de vivir en perpetuo estado de excitación. 

En perpetuo estado de excitación viven los que han caído en las telarañas de las derechas; telarañas de mentiras que excitan a las glándulas incitando a la violencia. En las redes sociales, esas personas, convertidas en insectos indefensos, descargan su excitación insultando y amenazando a los seres libres cuya facultad racional aún funciona con normalidad. Un día, uno de esos pobres insectos, saturado de mentiras, insultos y amenazas, busca seguir excitándose pasando del dicho al hecho. Uno de esos entró en la casa de Nancy Pelosi hace dos días con la intención de matarla y casi mata al marido de un martillazo en la cabeza. Algunos comentaristas políticos americanos acompañaron la noticia con varios vídeos en los que senadores republicanos muy conocidos incitaban a la violencia contra la presidenta de la Cámara de Representantes después de haber lanzado contra ella los peores insultos acusándola de los actos más aberrantes. En los Estados Unidos, más de 9.000 cargos políticos federales y estatales reciben cada día insultos y amenazas en las redes sociales y por Whatsapp. La cifra ya ha vuelto imposible asignar guardaespaldas a todos. Nancy Pelosi, segunda en sucesión al Presidente, es una de las personalidades más protegidas del país, pero no estaba en su casa hace dos días y le tocó recibir el martillazo a su marido. Porque los predicadores de la violencia no se limitan a señalar a un personaje para ellos indeseable; señalan a toda su familia. Y ya no vale decir que eso sólo ocurre en los locos Estados Unidos de América. Después de la aparición estelar de Donald Trump, las derechas de todo el mundo se han lanzado a imitar a la estrella. Si el físico y la mente de sus líderes no les llega para imitar la genial locura de Trump, copian sus palabras y sus estrategias con la certeza de que así convencerán a millones y de que esos millones les llevarán al poder. La estrategia de Trump se reduce a convencer por todos los medios, pacíficos y violentos, a sus compatriotas para que le devuelvan a la Casa Blanca.  

En España, las derechas tienen un problema. Por algún motivo que sólo conocen sus partidos, sus líderes apenas llegan a actores de reparto. Abascal exhibe pecho con camisas que fuerzan los botones y hacen sospechar alguna especie de chaleco interior,  tal vez un antibalas. En la tribuna del Congreso ya ha agotado, contra Sánchez,  todos los insultos que permite el idioma. La repetición aburre y, por lo mismo, aburre Espinosa repitiendo lo mismo. Por pecho que saquen, los de Vox van descendiendo en las encuestas hasta la categoría de pesos gallo. Tenían una portavoz que, por su histeria, aún conseguía entusiasmar un poco, pero la echaron por creída. ¿Y el PP? A los líderes del PP ya no les entienden ni los del PP. Echan a un presidente joven con un físico que se define con lo de «no está mal», para poner a otro de edad y físico indefinible como eso que se califica con la palabra gris. Gris es Feijóo, tan gris que de él se dice que es moderado, lo que en nuestros tiempos equivale a muermo. Los que le escriben los discursos procuran echar picante con insultos contra el presidente del gobierno, pero Feijóo tiene la voz tan gris como su cara y todo lo que dice suena a lectura monocorde de una lista de la compra. A alguno se le ocurrió escribirle disparates que Feijóo repite ajeno al significado de lo que dice. Tal vez ese pensó que, diciendo los disparates que decía Rajoy, Feijóo conseguiría mayorías necesarias para gobernar. Lo que consigue el pobre es llenar las redes de comentarios burlescos y de emoticones con lágrimas de risa.  ¿No hay nadie más? Propios y extraños dicen que Isabel Díaz Ayuso le está haciendo la camaa Feijóo. Lo que, de tener éxito, dejaría al PP con una presidenta que nunca renuncia a su verdadera vocación; modelar. Díaz Ayuso posa y camina bien, pero difícilmente pasaría un casting de modelos porque su expresión, corporal y facial, es siempre la misma; la expresión de lo que en España se llama chica pija. Consiguió en Madrid una mayoría casi absoluta de votantes, seguramente porque la farándula y el famoseo atraen más que la aburridísima política, pero reunió o le hicieron reunir tal número de ineptos en su gobierno, que la educación y la sanidad en su predio han alcanzado la categoría de desastre. Cada vez abundan más los madrileños que por vergüenza ocultan que votaron por ella. 

Lo que no hay en las derechas españolas es alguien que sepa y pueda hablar de un ideario y, menos, de un programa. El ideario de las derechas de cualquier país se resume en la frase «sálvese quien pueda». Pero a nadie se le ocurre pescar votantes en tiempos de crisis confesando que el partido que quiere vender no promete soluciones porque a los políticos que se postulan para llegar al poder, las necesidades de los mindundis  les importan un carajo. Las derechas ofrecen eslóganes, mentiras digeribles por los cerebros más espesos. No necesitan ni promesas ni programas porque enarbolan algo que excita hasta a los más deprimidos; la bandera. Para entender que un país, una patria es un trozo de tierra que no tendría ni nombre sin los ciudadanos que la habitan, hace falta una cierta inteligencia. Los líderes de las derechas o carecen de inteligencia o disimulan la que tienen porque su objetivo no es llegar a conciencias que piensan. En Brasil se han forrado los que venden camisetas con los colores de la bandera de Brasil. Las han comprado miles matando dos pájaros de un tiro; en Brasil la bandera ya se identifica con Bolsonaro y la camiseta les servirá para ponérsela en el mundial. Mundial, por cierto, montado por mentes fascistas sobre los cadáveres de cientos de inmigrantes que levantaron los estadios por sueldos de miseria y, muchos, a costa de sus vidas. ¿A quién importa el detalle? A los miles de mindundis de todo el mundo que llenarán los estadios y las carteras de los empresarios implicados en el evento, evidentemente no.

Sálvese quien pueda es la consigna que siguen los que intentan desesperadamente salvar su vida en medio de una multitud descontrolada. Sálvese quien pueda dicen las derechas cuando llegan al poder y no tienen preocupación mayor que la de conservarlo. Sálvese quien pueda dice el que vota por el político que más ha excitado sus glándulas sin pensar que a ese político está entregando el gobierno de su vida y la de todos sus compatriotas. ¿Tiene remedio tanta inconsciencia? En Estados Unidos, Trump perdió las elecciones de 2020. Veremos qué pasa hoy en Brasil.     

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

Un comentario en “Sálvese quien pueda

  1. Sálvese quién pueda…
    Decía mi querida madre: Líbrame del agua mansa, que de la brava me libro yo.
    Tenía mucha razón mi madre, como siempre, porque ella, que había vivido nuestra Guerra Civil y había visto como purgaban a su padre, maestro de escuela, tuvo que ingeniárselas muy bien para librarse de aquellos sibilinos curas que con una mansedad tan fingida como falsa, le prohibían a mi abuelo dar clases. Ella pudo hacerlo porque su novio era un militar de los que ganaron la guerra. Un buen hombre al que la contienda lo cogió en el lado equivocado de la historia y tuvo que bregar con eso el resto de sus días.
    Vengo de una familia dónde la disciplina no se imponía con órdenes y si con razones.
    Aprendí mucho de mis queridos padres, ellos me hicieron como siempre he sido, libre y consecuente en las decisiones importantes de mi vida.
    Hoy el recuerdo de aquellos años de plomo se desdibuja mediante soflamas y propaganda de quienes ni estuvieron ni entendieron nada de todo aquello. Quieren volver a encender la llama de la antorcha fascista y pasearla con el brazo en alto por toda España. Quienes vivimos aquellos años del ordeno, mando y hago saber, nos horrorizamos ante los nuevos bárbaros, nos escandalizamos de la vacuidad de sus dicursos, de la falta absoluta de empatía, de ver como se pasan la Constitución por el forro de sus vergüenzas y se llaman a sí mismos constitucionalistas. De ver como monopolizan la bandera que es de todos y reparten carnets de buenos y malos españoles ¿Nos les suena esa música tan antigua?…
    A mí si, ya lo creo que si, y por eso se que no podemos dar cuartel a los villanos que quieren convertir a los ciudadanos en vasallos y siervos de unas élites capciosas y codiciosas hasta el vómito. La avaricia nunca tiene suficiente con lo hurtado, todo es poco y nada les satisface, siempre quieren más y más, son voraces incansables capaces de destruir la paz de una nación con tal de conseguir sus inconfesables fines.
    España nunca había estado tan bien representada en el mundo como hoy en día. En la zona euro, gracias a las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez, somos los que más crecemos en PIB, los que tenemos una tasa de inflacción 3 puntos por debajo de la media de la unión.
    Las familias están protegidas contra las consecuencias de la reciente pandemia y las de una guerra injusta e innecesaria originada por uno de los mayores sátrapas de nuestros días.
    A día de hoy ya sabemos que felizmente, Lula da Silva ha ganado las elecciones al fascista Bolsonaro. América Latina está gobernada en su gran mayoría por la izquierda, algo que, salvo asonadas militares, se consolida para conseguir sacar del atraso y la pobreza a millones de seres humanos que la habitan.
    En España todavía queda más de un año para que haya nuevos comicios. Mientras la derecha se retuerce de rabia y celos y sigue poniendo palos en las ruedas de la gobernanza, nuestro Gobierno para el pueblo sigue avanzando en equidad, en libertad y consolidando el Estado de Bienestar, ese que los miserables quieren destruir a costa de lo que sea.
    No será, la desnudez intelectual y política de los líderes del PP y VOX,S.A. hacen que cada vez más y más ciudadanos no estén dispuestos a dar un paso atrás ni para coger impulso, a las derechas se les ha caido la careta y el rostro que muestran solo ofrece asco y repulsión.

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