Pescadores de hombres

Cuenta el evangelio de Lucas que Jesús dijo a Simón Pedro: «Desde ahora serás pescador de hombres». Cuentan los intérpretes de los evangelios que poco después Jesús nombró a sus apóstoles, y esos apóstoles pasaron a ser pescadores de hombres también. Cuenta la historia que en nombre de aquel Jesús surgió una iglesia cuya jerarquía nombró a sus miembros  pescadores de hombres; que aquella iglesia pescó gran cantidad de hombres durante muchos siglos hasta que un día aparecieron en el mundo redes más potentes capaces de pescar millones de hombres en poquísimo tiempo. Apareció Facebook, apareció Twitter, apareció Instagram, aparecieron muchas más.

Hace ya mucho tiempo que ver los shows americanos de análisis político resulta más aterrador que  cualquier película de esas que buscan causar terror a base de efectos especiales. La democracia americana está en peligro de muerte y su grave enfermedad amenaza contagiar a las democracias de todos los países desarrollados. Son muchos los que consideran que una de las causas de esa peligrosísima patología es  el trumpismo y la entrega del Partido Republicano a la autoridad demencial de Donald Trump. Pero esa no es la causa primera de la tragedia que amenaza a la humanidad y hasta puede que, en vez de causa, sea consecuencia de infecciones ancestrales nunca curadas. 

Hace unas semanas, compareció ante un comité del Senado de los Estados Unidos Frances Haugen, una ex-ejecutiva de Facebook dispuesta a revelar las intenciones de la compañía y sus medios para conseguir sus propósitos. «Hoy estoy aquí», dijo ante el comité, «porque creo que los productos de Facebook hacen daño a los niños, incitan a la división y debilitan la democracia». Lo que siguió fue una ristra de datos, avalados con amplia documentación, que demuestran que millones de personas a todo lo ancho y largo del mundo se han convertido en peces indefensos a merced de redes  que les pescan sin restricción alguna.  

Las redes llenas son el sustento del pescador. El contenido de esas redes sólo adquiere importancia cuando el pescador  lo lleva a la lonja para su venta. Esto es así tanto para el dueño de una humilde barca como para los dueños de grandes barcos de las multinacionales de pesca. Esto también es así para los dueños de las redes sociales. Frances Haugen declaró ante el comité que Facebook diseñó un sistema que alienta las divisiones políticas y hasta la violencia y que afecta la salud mental. Declaró y demostró que ante la disyuntiva de no hacer daño a la gente o incrementar sus beneficios económicos, Facebook siempre ha optado por los beneficios. Esto no es, por supuesto, una idea innovadora de Zuckerberg. Los millones de peces que capturan sus redes tienen para él la misma entidad que las sardinas en la red de un pobre pescador. El valor del contenido de las redes se reduce, para todos, al dinero que produzca, nada más. Y resulta que lo que más peces atrae aportando más dinero es la ira; ira contra el vecino o contra su perro, contra el de raza diferente, contra el que gana o quiere ganar más, contra el que le reza a un dios que no es el suyo y se somete a unos dogmas y a una liturgia que no entiende,  contra el individuo que le mira en un espejo revelándole una verdad que no le gusta. La explicación es muy sencilla. Emociones como la ira y el terror producen la liberación de hormonas de efecto placentero. Por lo visto, hay quienes se vuelven adictos a esas hormonas y no pueden superar su adicción.  

Uno cae en la tentación de pensar que quien desnuda cuerpo y alma en Instagram o se monta en las fotos un cuerpo y un alma que no son los suyos en la realidad porque prefieren presentarse como protagonistas de sus fantasías se merecen todos los disgustos que sus verdades y  mentiras les puedan causar. Pero eso sólo afecta a los que exponen voluntariamente sus venturas o sus desventuras. Lo que afecta a todos, tanto a los que han caído en las redes como a los que no, tanto a culpables como inocentes, son los mensajes que se repiten y corren repitiéndose una y otra vez por el mundo entero con la intención de deshumanizar al hombre, macho y hembra; de enmendar la Creación para convertirla en una tierra gobernada por bestias con cerebro inteligente, pero incapaces de vivir en paz por carecer de empatía.  

Los miles de documentos que Frances Haugen ha aportado al Senado de los Estados Unidos demuestran que Facebook ha esparcido por todo el orbe mensajes contra los inmigrantes, mensajes que conmueven a los defensores de la supremacía blanca; mensajes contra los judíos, mensajes que remueven la nostalgia de los antisemitas; mensajes contra la libertad que mueven a masas de miserables a encumbrar autócratas. Ese tipo de mensajes actúan como virus en las mentes más débiles induciéndoles a confundir cualquier mentira con la realidad. 

Dicen los profesionales de la salud mental que esos virus penetran en los cerebros por la repetición constante del mensaje que se quiere instilar. Esa repetición la deciden los algoritmos. Facebook toma nota de los datos que le comunicamos, de nuestras preferencias, de nuestras inclinaciones. El algoritmo decide, entonces, bombardear nuestras cuentas con aquello que sabe que nos va a interesar. A nadie preocupó el proceso hasta que los trastornos alimentarios y los suicidios de adolescentes disgustados con sus cuerpos condujeron a la investigación de sus cuentas en redes y la investigación descubrió que esos adolescentes recibían desinformación sobre dietas y productos adelgazantes no autorizados, además de mensajes que les inducían a detestar sus cuerpos. La desconexión de esas mentes jóvenes con su facultad racional impidió que reaccionaran racionalmente contra la sugestión de los mensajes que recibían

Estas tragedias suelen quedarse en el ámbito familiar, aunque ahora empiezan a tratarse en público como ejemplos. Pero lo que ha estallado en todos los medios con la potencia de una noticia de máximo interés han sido los efectos de los mensajes contra la convivencia social. Ahora se sabe la implicación de Whatsapp, Facebook y otras redes en tragedias como la manifestación neonazi de Charlottesville de 2017, el asalto al Capitolio del 6 de enero de este año y todas las manifestaciones de los de extrema derecha y de sus contrarios que se han producido entre las dos fechas. ¿Son esas manifestaciones y las que ya se han anunciado para fechas próximas un problema de los americanos que por la distancia no nos debe preocupar? ¿Se nos olvidan las de Francia, Alemania, Hungría, Polonia para protestar contra diversos asuntos y personas, algunas hasta para exhibir sin vergüenza la homofobia?   

Sea por la repetición de mensajes que fanatizan a quienes quieren que el fanatismo aliñe sus insípidas vidas, sea por la adicción a la descarga hormonal que producen las emociones fuertes, el caso es que el mundo entero se está apuntando a imitar a los Estados Unidos; no ya sólo en  la música, la moda, las películas, las series, como siempre, sino en la división de la sociedad y en la violencia con que se manifiesta. La universalidad de las redes comunica a todo el orbe que el fanatismo, la división y la violencia son signos de modernidad de la gran nación americana, y ya son muchos los europeos que no quieren quedarse atrás. 

Es inútil aconsejar o esperar que en España, por ejemplo, los líderes de las tres derechas se humanicen utilizando su liderazgo para trabajar por la reconstrucción del país después de la pandemia y por el bienestar de sus ciudadanos pobres y medio pobres para ayudarles a reconstruir sus vidas. Visto el éxito de Zuckerberg, de Trump y del Partido Republicano, Casado con su barba y su sonrisa y Abascal con sus chaquetas pequeñas para sacar pecho siguen las instrucciones de los algoritmos para pescar al mayor número posible de votantes con cerebros de pescados. Seguir a los algoritmos no les cuesta más trabajo que echar un vistazo al cardumen de sus seguidores en las redes y pagar a un grupito que se encargue de repetir en ellas sus mentiras.  

Bienaventurado aquel que habiendo descubierto el truco de los algoritmos utilice sus cuentas en redes para mostrar su compromiso inalterable con la racionalidad. El truco más fácil y más rápido es bloquear a quien se cuela en nuestras cuentas para promover la división y la violencia. Cuando ese bloqueo sin más se convierte en costumbre, el algoritmo toma nota y se va a incordiar a los incordios.   

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

2 comentarios sobre “Pescadores de hombres

  1. Cuanta verdad en tu artículo, amiga mía. Las RRSS están condicionando el comportamiento de millones de seres humanos. No podemos consentirlo.
    Siempre ha resultado más fácil esparcir el odio que la empatía. Desde hace siglos, las distintas religiones, fueron las RRSS de antaño. La condición humana ha hecho el resto.
    Nacemos iguales y con las mismas o parecidas cualidades, en los seis primeros años de nuestras vidas es cuando se crea en nuestras mentes el sustrato de lo que seremos de adultos.
    Ver a niños y niñas a esas tempranas edades jugando con un teléfono móvil que sus padres le dan para distraerlos, es estar creando futuros ciudadanos que proyectarán su personalidad en función de lo que en esos cerebros vírgenes haya podido entrar. Están condicionados por la información que circule por las redes, sea esta del tipo que sea, y sí, en su mayoría información infectada por el odio al diferente, prototipos de seres humanos delgados, guapos y con éxito, desprecio al intelecto y culto a la imagen.
    Cuando yo era niño, nunca conocí lo que significaba el bullying, cierto que siempre había en clase o en el barrio el matón, el niño más fuerte que le quitaba la merienda al más débil. Eso era todo, ahí se quedaba todo.
    Hoy, ser matón es más sencillo, los matones siempre se acompañan de otros de su especie, golpean, graban y lo cuelgan en las RRSS, ese es el material que ven los niños y niñas, esos son los ejemplos a seguir para una gran cantidad de ellos.
    En la política ocurre algo parecido. El que más grita, más insulta, más ofende, es aquel a quienes todos los medios de comunicación prestan más atención.
    El trabajo sin algaradas, sereno y constante, no vende, no consigue adeptos. El otro, el matón político esparce su ira como cebos en su caña de pescar personas, legiones de seres con memoria de pez, se tragan ese anzuelo.
    Del control que se haga hoy de las RRSS dependerán futuras generaciones de pececillos expuestos, desde la más tierna infancia, a la influencia de los matones.

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  2. Cualquier cosa tiene aristas buenas y malas pero los que nos mal gobiernan ahora no disfrutaron de smartphones en su juventud, lo que pasa es que se radicalizan las cuestiones porque son tiempos muy acelerados y las derechas no tienen recambio fácil del capitalismo actual y temen perder el poder, mucho mas daño hacen la prensa y las televisiones que las Redes, eso si que son redes tramposas, las otras por los menos nos permiten agruparnos en la distancia a los que intentamos desvelar sin conseguirlo, claro, las Fakes del sistema, los verdaderos monstruos son los mismos de siempre pero con pequeños cambios en el disfraz. Un saludo.

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