
No recomiendo a nadie que se pase dos o más horas diarias viendo y oyendo a presentadores y analistas políticos americanos analizando la situación en los Estados Unidos. Hay que tener la razón muy despierta para no meterse en una montaña rusa de emociones que le lleve a caer en una depresión maníaca. La cosa está muy fea, muy loca. Y no hay que ser una lumbrera para darse cuenta de que esa fealdad, esa locura, ha trascendido las fronteras de la Gran América y se extiende por toda Europa como una marea negra mortal; mortal para la libertad de todos; mortal para la democracia que ya empieza a agonizar en todas partes como un pato cubierto de petróleo.
Debo la cordura que me queda a mis esfuerzos constantes de mi mejor amiga, yo misma, por animarme con todo lo que me puede animar. Uno de sus esfuerzos al respecto consiste en llevarme la mano a buscar música, canciones que siempre me animan. Una de esas canciones es «Crazy World», «Mundo loco», de la película «Victor or Victoria». La película me divirtió mucho en los 80. No sabía entonces que, con muchos años más, esa canción me serviría para quitarme de encima el miedo y el dolor que me causa la porquería negra y apestosa que quiere ahogarnos a todos. La canto casi todos los días en la ducha.
«Mundo loco», dice, «lleno de locas contradicciones»…El mundo ha padecido siempre de contradicciones que han llenado las mentes más preclaras de preguntas que no encuentran respuestas. Hoy, por ejemplo, los analistas políticos se preguntan cómo consiguen las derechas -todas ellas extremas aunque algunas se finjan de centro-, cómo consiguen el voto de quienes se las pasan negras para sobrevivir por encima de sus posibilidades reales, como funambulistas que corren sobre la cuerda de la llamada clase media, aferrándose al palo de tarjetas de crédito y préstamos que tardarán toda su vida en pagar. ¿Cómo consiguen el voto de esos infelices quienes prometen bajar impuestos a los ricos y dejar sin servicios públicos a quienes no lo son aunque arriesguen la paz de toda su existencia para parecerlo? ¿Cómo consiguen, en los Estados Unidos, los que se proclaman supremacistas blancos, el voto de los negros? ¿Cómo consiguen en España y otros países europeos el voto de los inmigrantes con tiempo suficiente en cada país como para tener derecho al voto; cómo consiguen el voto de los hijos de los inmigrantes nacidos en el país; cómo consiguen ese voto quienes prometen expulsar a los inmigrantes si logran el poder?
«Mundo loco…» sigue la canción. «Eres frío y cruel, y yo, como un tonto, trato de salir adelante, de aferrarme a la esperanza». Como el infeliz medio pobre se aferra a la esperanza de que algún día le tocará la lotería y podrá pagar sus deudas, parece que todos los que no llegan a ricos no pudieran aliviar y endulzar sus vidas con otra cosa que con la esperanza.
De esperanza vive hoy el italiano que no ha caído en las redes del fascismo encubierto creyendo sus mentiras. Dicen las encuestas que la semana que viene ganará las elecciones generales Giorgia Meloni, del partido fascista Hermanos de Italia. ¿Cuántas mujeres votarán por ella a pesar de que su declarado catolicismo la obliga a prohibir la interrupción voluntaria del embarazo? Su lema es «Dios, patria y familia». ¿Qué familia? Ella nunca tuvo una familia que pudiera llamarse normal. Su concepto de familia retuerce todos los traumas que tuvo que sufrir de niña y adolescente. Concibe una familia en la que nadie goce de libertad individual. ¿Qué patria quiere? La de los supremacistas blancos; una patria sin inmigrantes; una patria en la que los que intentan inmigrar mueran ahogados en sus pateras porque, como Salvini, se les cierre la salvación de entrar en un puerto italiano. ¿Qué Dios?
Muchos se preguntan, ¿cómo pudo Dios crear un mundo abocado a la locura? Esa pregunta se la hace constantemente de diferentes formas quien concibe un dios providente, pendiente siempre de las necesidades de los hombres para responder a sus oraciones. Quien eso se pregunta y quien eso espera es el que cree en dioses creados por los hombres. De Dios sólo sabemos lo que dice el primer capítulo del Génesis, y el primer capítulo del Génesis sólo dice que Dios creó todo lo que existe, incluyendo al hombre, macho y hembra. Todo lo demás que la Biblia y otros libros tenidos por sagrados dicen de Dios, responde a la imaginación de algunos y a las ansias de poder de minorías privilegiadas. Dios creó al hombre, única especie dotada de facultades mentales; le creó macho y hembra, en perfecta igualdad. Dios le dio al hombre en propiedad todo lo creado dejando que hiciera con ello lo que quisiera su libérrima voluntad. ¿Permitiendo que lo destruyera todo? Permitiendo que sus facultades mentales le llevaran a evolucionar para ir alcanzando lo que le diferencia de todos los demás animales: la humanidad. El hombre humano no pide, ama; ama a sus semejantes por respeto a su propia humanidad. El hombre humano entrega el poder a quienes considera capacitados para administrar los bienes a favor de todos los que habitan con él en este mundo. ¿Creó Dios ese hombre, macho y hembra, para que entregara el poder a quienes solo buscan su propio beneficio otorgando todos los beneficios de la administración de un estado a los que gozan del privilegio de tener una gran fortuna contante y sonante? Eso tendrían que preguntarse los que votan por partidos que desprecian lo público para beneficiar exclusivamente a lo privado. ¿Y quien no crea en Dios, ni siquiera en un Dios sólo creador? Que donde dice Dios, diga Naturaleza. Las respuestas serán las mismas.
Habrá quien se consuele pensando que los italianos pueden votar a Meloni porque Meloni chilla histéricamente convirtiendo sus mítines en espectáculos. Habrá quien se diga que en España, aunque parece que los españoles se parecen emocionalmente a los italianos, no se llega al extremo de votar a un Abascal porque enciende al personal con sus insultos o a un Feijóo porque divierte con la falta de conocimientos que le lleva a meter la pata cada vez que habla. Habrá quien se fie de la humanidad de la mayoría. Pero aparece el resultado de las elecciones generales de Suecia del pasado 11 de septiembre que dio el poder a las derechas, incluyendo a los ultras, y la razón entiende que el mundo entero se ha vuelto loco, loco, loco. ¿Cómo ha podido pasar algo así? La inflación, la amenaza de crisis y, ¿cómo no?, los inmigrantes. La mayoría de los hombres, machos y hembras, quiere la libertad sólo para llenarse el estómago y no tener que compartir la comida con estómagos que lleguen de los países del hambre. ¿Que las derechas les quitarán todas sus libertades excepto la de comer? Los españoles sintetizan la respuesta en un refrán: «Ande yo caliente…»
Entonces, ¿también España corre peligro? Que se lo pregunten a los ancianos que malviven en residencias privatizadas. Que se lo pregunten a los enfermos que tienen que esperar larguísimos meses para que les hagan análisis que les detecten un cáncer que podía haberse curado si lo hubieran detectado y tratado a tiempo. Que se lo pregunten a los jóvenes que no pueden seguir estudiando porque no hay medios para contratar a más profesores y dar becas porque el dinero hay que emplearlo en financiar a colegios y universidades privadas. Que se lo pregunten a los medio pobres que tendrán que seguir pagando impuestos porque no llegan a las cantidades, para ellos astronómicas, que exime de impuestos a quien más tiene. Todos esos podrán encontrar respuestas mirando y oyendo a las comunidades autónomas gobernadas por la derecha; una derecha que no tiene nada que ver con lo que se entiende por conservadurismo; una derecha que, llámese el partido como se llame, encubre el ansia de poder del fascismo y la voluntad de beneficiar por encima de todos a los ricos porque son los ricos los que financian sus medios para llegar al poder.
Mundo loco, rendido ante la violencia que amenaza Trump si le procesan por sus crímenes; rendido ante las derechas del mundo entero que prometen lo que todos menos los tontos saben que no cumplirán. Cantando en la ducha una de mis canciones favoritas me consuelo diciéndole al mundo que «tengo mi orgullo» que «no me rendiré, aunque sepa que nunca podré ganar» porque amo a la creación; porque amo, «!ay, cómo amo a este mundo loco!»
Querida amiga, Crazy World es la canción que te anima cuando sientes la necesidad de evadirte de tanta locura inexplicable en este mundo nuestro conocido y desconcertante.
Mi canción para esos momentos es -What a Wonderful World- de Louis Amstrong «Los colores del arco iris son preciosos en el cielo». Me gusta esa poética despreocupación de la canción de Amstrong. Claro que no siempre consigo el efecto deseado en mi ánimo.
Ultimamente la escucho menos, porque ni – Qué mundo tan maravilloso-, consigue devolverme la presencia de ánimo ante tanta zafiedad, tanta mentira y tanta basura que amenaza con sepultarnos. No es exclusivo de esta época nuestra, la que nos ha tocado vivir, qué va. La Alemania de después de la I Gran Guerra quedó traumatizada y empobrecida, los EE.UU. y su gran depresión de 1929 repercutió con dureza en todo el mundo.
Los alemanes, en 1933 eligen como Canciller a Adolf Hitler, un megalómano resentido por la derrota de su país en 1918, comienza a rearmarse para, según él mismo, devolver a Alemania, él era austriaco, la grandeza que le correspondía en el nuevo mundo que quedó después de la Gran Guerra, su objetivo, ocupar toda Europa y someterla al III Reich.
No era fácil convencer a sus compatriotas alemanes de sus visionarios sueños, para ello se inventó un enemigo interior culpable de todos los males de su país, los judios.
Conseguido esto, comenzó «la solución final», es decir, el caqueo y el exterminio de toda la raza hebrea.
En 1939 invade Polonia para anexionarse ese país… Todo lo que vino después es de sobra conocido.
En 2008 estalla la burbuja inmobiliaria en España, el paro crece de forma alarmante, cierran miles de empresas, los bancos, metidos en operaciones basura como las hipotecas subprime están en quiebra técnica.
Mariano Rajoy, presidente de Gobierno en 2011, inyecta 64 mil millones de euros a unos bancos y cajas de ahorro que estaban técnicamente quebradas el 9 de junio de 2012. El rescate no iba a costar ni un euro a los españoles. De todo el monto del rescate apenas se han recuperado 6 mil millones, apenas un 10% del total.
Mariano Rajoy sería expulsado del Gobierno mediante una moción de censura en junio de 2018. Elecciones y ya sabemos todo lo que vino después.
Con el Gobierno de Coalición del presidente Sánchez, España gana en avances sociales mes tras mes. No voy a enumerar esos avances porque son de todos conocidos.
Las derechas, PP, Cs y Vox, se conjuran para derribar a ese Gobierno progresista ¿Qué enemigo encontraron para justificar el acoso y derribo, no conseguido, por cierto: ETA, Bildu, ERC y sobre todos los demás, Podemos.
Así las cosas, los palos en las ruedas de la gobernanza se convierten en una constante, el NO a todo es el baluarte tras el que se esconden los miserables. La no renovación del organo de los jueces, va para 4 años de su interinidad, pretende salvar los muebles de un PP metido de hoz y coz en una corrupción sistémica que a sentado y sentará a miembros relevantes de esa formación política en el banquillo de los acusados.
Los medios de comunicación, comprados por las derechas en su gran mayoría, hacen de altavoz a la incongruente IDA, al melífluo Feijóo, al bárbaro Abascal…
En fin, me voy a escuchar a Louis Amstrong, a ver si me sube el ánimo.
Gran artículo, María Mir-Rocafort, y valga la redundancia.
Me gustaMe gusta