Para eso son los amigos

El viernes amtepasado recibí la llamada de un amigo de mi padre que, con los años, se ha convertido en uno de mis mejores amigos en el pueblo. Llamaba para invitarme a una fiesta sorpresa que preparaban para celebrar, esa misma noche, el 50.º aniversario de su hija menor. Mi reacción inmediata fue de pánico.Sigue leyendo «Para eso son los amigos»

Y tú, ¿qué eres?

Creyó que aquel informe, ensayo, borrador para artículo o lo que fuera llegaba a una conclusión que concluía los interrogatorios. Pero los domingos, su psiquiatra le sigue preguntando; le sigue haciendo preguntas que son bisturís para que siga abriéndose en canal, y a la vez pinzas para que siga extrayendo de su alma objetos extrañosSigue leyendo «Y tú, ¿qué eres?»

Con el culo al aire

«¿Estás segura?», se preguntó a punto de modificar el bosquejo que tenía preparado para el artículo que pensaba empezar a escribir. «Te vas a quedar con el culo al aire», le advirtió el Pepito Grillo de su conciencia. «¿Y a mi qué?», le contestó sintiendo el alivio inmensurable que le habían regalado los años; laSigue leyendo «Con el culo al aire»

¿Qué le ha pasado al amor?

¿Se puede tener una amante a los setenta y pico?, se preguntó mirándose en el espejo de cuerpo entero que se alzaba en el pasillo entre su habitación y el baño. Se puede si quieres morirte de miedo, le respondió la faceta más cruel de su razón. ¿Miedo de qué?, le replicó. Ponerse a enumerarSigue leyendo «¿Qué le ha pasado al amor?»

Como si la muerte no existiera

Respondiendo al aviso de la campanita de WordPress abrió los mensajes. Como siempre en primer lugar, el comentario a su último artículo de uno de sus amigos del alma. Le dice, «Escribes desde las entrañas, desde lo más profundo de tu memoria, de esas vivencias que, a veces, no queremos recordar, pero sin proponérnoslo, aparecenSigue leyendo «Como si la muerte no existiera»

El peligro de la resignación

Fue a buscar churros congelados a la nevera abierta. De la nevera abierta, llena desde hacía cuatro días con la gran compra mensual, no salía ningún mal olor. Por fortuna, una borrasca o algo así mantenía la temperatura ambiente de la cocina por debajo del más crudo invierno conocido. Echó los churros en la sarténSigue leyendo «El peligro de la resignación»