¡Alerta! ¡El TOC más peligroso!

Una epidemia muy grave nos amenaza. ¿Tan grave como el Covid 19? Más. Según las encuestas, millones de españoles sufren el trastorno obsesivo-compulsivo conocido por el acrónimo TOC. De este trastorno neurológico solo se mencionan los síntomas que más se asocian a las manías, como lavarse las manos compulsivamente por temor a una infección o dedicarse obsesivamente a ordenar cosas. Pero nadie, absolutamente nadie, ni siquiera la Asociación Americana de Psiquiatría, se atreve a profundizar en causas y consecuencias de un TOC que no se manifiesta con lo que podría confundirse con una manía; un TOC que pone en peligro, no solo la calidad de vida de quien lo padece, sino el bienestar de millones a su alrededor. Nada más peligroso que una persona dispuesta a votar por un partido que se ha demostrado corrupto por sentencia judicial; que allí donde gobierna demuestra absoluta indiferencia por la salud de los menos favorecidos, por los trabajadores, por la educación de los jóvenes, por los discapacitados, por los ancianos; que dedica su trabajo político a recortar derechos y libertades de mujeres y  minorías. Nada más peligroso que una persona dispuesta a votar por un partido que ignora la Constitución cuando la Constitución no le conviene y que secuestra al Poder Judicial cuando no le conviene que los jueces le apliquen la ley. Nada más peligroso para toda la población de un país que una persona dispuesta a meter en la urna un voto sin plantearse siquiera las consecuencias que ese voto puede tener en su vida y en la vida de los demás.  Votar por un partido que acepta la democracia como un mal menor que se puede ir superando subrepticiamente a base de demostrar con hechos su inoperancia denota un grado de autodestrucción que solo puede obedecer a un trastorno neurológico. Ese trastorno se confunde, muchas veces,  con fobia a la política; es decir, rechazo a enterarse de quiénes y cómo  gobiernan nuestras vidas. Y ese trastorno es, hoy por hoy, una pandemia. 

La política en los Estados Unidos de América ha llegado a un grado de locura que raya la bufonada. Mañana se elige a un senador por el estado de Georgia. El candidato que presenta el Partido Republicano es Herschel Walker, ex estrella del fútbol americano, sin estudios y sin haberse asomado a la política en su vida. No hay analista político serio que pueda contener la risa cuando comenta los  discursos de Walker en su campaña electoral. Con acento apenas inteligible, Walker cuenta historias disparatadas, chistes, fantasmagorías. De su programa electoral, solo una frase porque no sabe más: está contra el aborto, como su partido, a pesar de haber obligado a abortar dos veces a una amante que lo ha ventilado en toda la prensa. El contrincante demócrata de Walker, Raphael Warnock, es un pastor bautista, doctor en filosofía, senador desde 2021. Pues bien, Walker y Warnock aparecen en las encuestas cuello con cuello. Los caminantes entrevistados por locutores de diferentes cadenas que se dicen dispuestos a votar por Walker dan como razón que era una estrella de fútbol y alguno se manifiesta apolítico. Si gana las elecciones, Walker pasará a la historia como el senador que hacía retumbar las risas en las paredes del senado, como las risas sacuden todos los locales donde da sus mítines. Pero ayer ocurrió algo tan despatarrante que eclipsó a Walker y a todo lo demás. Donald Trump escribió en su red social un comunicado repitiendo que las elecciones de 2020 habían sido fraudulentas y exigiendo que se acabara con la Constitución y se le devolviera a la Casa Blanca o que se convocaran elecciones generales de inmediato. Las cadenas por cable interrumpieron noticias, entrevistas y comentarios para leer el texto de Trump. Los presentadores se quedaban ojipláticos durante unos segundos y después disimulaban la risa sonriendo. Todos, en todas las cadenas, sugirieron que Trump sufría un trastorno mental. Aún así, la Casa Blanca envió enseguida un comunicado defendiendo la Constitución. ¿Por qué a Trump se le ocurrió de pronto escribir ese texto durísimo con tono y exigencias de monarca omnipotente? Porque le espera, de un momento a otro, una ristra de imputaciones por varios delitos cometidos durante y después de su presidencia y necesita desesperadamente recuperar la inmunidad que la presidencia otorga. Trump ganó las elecciones de 2016 con chanchullos y los cuatro años de su mandato fueron demenciales. El problema al que su partido se enfrenta hoy es que a Trump no hay quien le tosa porque recibe millones de dólares en donaciones que podrían ayudarle a ganar las elecciones en 2024. El partido no puede renunciar a esos millones. Los donativos importantes tienen fácil explicación. Provienen de grandes empresarios que esperan favores a cambio si Trump recupera el poder. ¿Pero cómo se explican los donativos de millones de ciudadanos que le envían cantidades pequeñas? Fobia a la política y trastorno autodestructivo; no tiene otra explicación.

Algún americano, por defender a su país, podría comparar la chifladura de sus políticos republicanos con la de los políticos españoles imprecisamente llamados de derechas. Pero un español medianamente enterado podría demostrarle que los de aquí superan de calle a los de allá. 

El presidente del Partido Popular, por ejemplo, inspira a los usuarios de redes sociales que reproducen sus discursos a rematar comentarios con emoticones que lloran de risa. Parece imposible que Feijóo pueda hilvanar un discurso entero sin circunloquios hilarantes y sin pifias. Cuando sentencia, parece haberse leído todos los discursos de Rajoy y cuando ofrece datos de cualquier índole, parece no haber leído un libro en su vida. Uno se vería tentado a preguntarse de dónde ha salido ese hombre si no fuera porque todos sabemos que fue presidente de Galicia durante 13 años; lo que, a su vez, mueve a preguntarse, ¿qué le pasa a los gallegos que le votaban? Claro que el hecho de que no sepa hablar en público sin torturar el idioma y confundir datos no parece algo grave que le impida gobernar estando asesorado por expertos. Lo que tiene una importancia vital porque afecta a todos los españoles es que Feijóo, palmariamente y sin ambages, desprecia a la Constitución y a la democracia. Ya pueden todos los medios afines a las derechas repartir culpas equitativamente entre Feijóo y Sánchez por los cuatro años que lleva bloqueado el Consejo General del Poder Judicial. Todo el país sabe que la institución que rige al Poder Judicial no ha podido renovarse porque Rajoy primero y Feijóo después se oponen al mandato constitucional de renovarla. Todo el país sabe que Rajoy primero y Feijóo después quieren controlar el poder judicial por la misma razón por la que Trump quiere perpetuarse en la presidencia. Ciertos políticos mal llamados conservadores protegen la impunidad propia y la de sus correligionarios haciendo lo que sea para controlar a los jueces. 

Tiene el Partido Popular otro personaje de película. Isabel Díaz Ayuso, incapaz de soltar un discurso, por corto que sea, sin leer lo que le han escrito, dice sin inmutarse tal cantidad de auténticos disparates que ni siquiera incita a sonreír. Quien le escribe los discursos confía en la sensatez de Pedro Sánchez para que a la presidenta de Madrid no le caiga una denuncia por difamación. Lo que la presidenta, al parecer, toma por desprecio porque sus insultos contra el presidente del gobierno van subiendo de tono hasta rayar en la vesania. Pero, como en el caso de Feijóo, sus discursos no son lo más serio. Corre a diario por las redes una cifra pavorosa: 7.290. 7.290 fue el número de ancianos que fallecieron de Covid 19 durante el confinamiento, encerrados en residencias sin recibir socorro, sin atención médica; 7.290 ancianos a los que la Comunidad de Madrid negó asistencia hospitalaria. No hay caso como éste que pueda disculparse en un país desarrollado. ¿Hay caso como el de esta persona que merezca ganar unas elecciones por mayoría casi absoluta? Solo en caso de que quienes la votaron sufran un trastorno neurológico como el descrito en la entrada. 

Podría concluir su relato el español medianamente enterado mencionando los exabruptos de los de Vox y Ciudadanos en el Congreso. No tienen nada de original ni de risible, pero sí de peligro.  Se trata de burdos intentos de ensuciar la política para que los votantes aquejados del trastorno que les hace votar a ciegas, voten a ciegas en un ejercicio de autodestrucción.

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

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