Gobernar contra el cabreo

Empiezo con dos frases de mi artículo anterior: «Ni Pedro Sánchez ni ningún otro presidente de un gobierno democrático puede solo contra la dinamita que los politiqueros y los medios de desinformación acumulan para demoler nuestras libertades y nuestro bienestar. Los gobiernos democráticos necesitan más que nunca la ayuda de los ciudadanos». Y resulta que uno de los más graves peligros que hoy acechan a nuestra democracia es que la mayoría de los ciudadanos están cabreados, muy cabreados. A casi nadie le faltan motivos. El motivo más grave parece ser el ataque del coronavirus, pero no lo es. En mayor o menor medida, el virus nos ha desmoralizado a todos. Despertarse cada día con la noticia del número de afectados, hospitalizados graves y muertos asusta, preocupa, deprime, pero, ¿puede decirse que cabrea? No. Cabrean el confinamiento, los toques de queda, la pérdida de una pequeña empresa, de un trabajo, de la compañía de los amigos, de esas cosas que cada cual apreciaba en su vida con la seguridad de estar viviendo una vida normal.  Pero siendo graves esas consecuencias de la Covid 19, no es lo más grave que nos está pasando. Lo más grave es que estamos sufriendo un trastorno para el que no hay vacuna; un trastorno que no se relaciona con el virus y que, en nuestro país,  ningún medio se atreve a  comentar. Estamos sufriendo una pandemia de vesanía universal; dicho en plata y con mayor concreción, una pandemia de cabreo. 

El sábado 18 de septiembre se produce una manifestación ante el Capitolio de los Estados Unidos para protestar contra la injusticia de tener encarcelados a unos 500 «inocentes patriotas» acusados del ataque al Capitolio del 6 de enero que causó 5 muertes y  lesiones a 140 policías. La reivindicación de esos «presos políticos» es de Donald Trump, por escrito. En Cataluña, los independentistas consideran «represaliados» a los fueron condenados e indultados por haber promovido un referéndum ilegal y proclamado la independencia, y a los que aún están por ser juzgados; al president que se fugó para montarse en Bélgica una República de Cataluña en una mansión alquilada, le llaman «exiliado». Este sábado, alteró las calles de Madrid una manifestación de energúmenos de la eufemísticamente llamada ultraderecha contra la homosexualidad y los homosexuales. En Estados Unidos, en Francia, en España y otros países, se manifiestan desquiciados contra la obligación de vacunarse y llevar mascarilla para salvar vidas. En Rusia, la mayoría vota sin rechistar para seguir garantizándole el poder a un autócrata que vive del erario público como un rey y que mete en la cárcel a cualquiera que le estorbe. En  Venezuela, la mayoría jalea a un matón que defiende sus políticas autoritarias con el tono de un boxeador que estuviera promocionando su estampa antes de un campeonato importante. En Nicaragua, un mandamás emula  las formas de gobierno del tirano que hace años ayudó a derrocar. En Brasil… Me guardo los etcéteras porque excederían a las  páginas que corresponden a un artículo razonablemente largo.

En un mundo en el que imperara la racionalidad, estos personajes estarían en la cárcel, de haber cometido un delito, o en un sanatorio psiquiátrico, sin suponer una preocupación para nadie más que para sus familias. En el mundo que todos estamos sufriendo, el peligro mortal lo constituyen los millones y millones de seguidores que les jalean, que les apoyan, que han renunciado a la cordura para no desentonar con la chifladura reinante. Esa chifladura se caracteriza, sobre todo, por el cabreo. Lo más curioso y alarmante del caso es que los cabreados no lo están contra la desigualdad, la temporalidad laboral, los salarios de miseria y las condiciones de trabajo infrahumanas; ni siquiera por  convicción, por la ilusión de que nuevos gobernantes  lo harán mejor. Los cabreados siguen a los nuevos populistas,  convertidos en personajes sacralizados gracias a una propaganda aún más eficaz que la de Goebbels, porque esos personajes han conseguido sublimar todas las frustraciones de su vida elevándolas a un cabreo seudo político que les hace sentirse superiores.  Goebbels, el genio de la propaganda nazi que parecía insuperable, ha sido superado en este nuevo siglo por una nueva máxima. Una masa de cabreados responderá con fidelidad ciega al líder que consiga cabrearlos.  Cabrear a un individuo fracasado contra su propia vida le libra de la depresión y le proporciona el desahogo que necesita para seguir viviendo. Con esto en mente, conviene recordar que cuando la propaganda se dirige a cultivar la violencia, la vida de cualquiera y de todos está en peligro.            

¿Quienes asaltaron el Capitolio el 6 de enero con palos, tubos y otras armas, llamando a Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, con voces amenazadoras de película de terror y pidiendo que ahorcaran al vicepresidente de Estados Unidos? Había miembros de una cantidad de organizaciones antisemitas, de supremacistas blancos, de secesionistas sureños, de abiertamente nazis, todos con símbolos en camisetas y banderas para que nadie confundiese su filiación. Aparentemente, querían evitar el recuento de votos electorales a favor de Biden, pero en entrevistas posteriores para radios y cadenas de televisión se demostró que muchos de esos insurreccionistas no sabían lo que eran votos electorales. ¿Por qué participaron, entonces, en la insurrección? Porque Trump les ordenó que asistieran, dijeron muchos y siguen diciendo, algunos bajo juramento. ¿Y cómo consiguió Trump convertirse en mesías que millones siguen adorando y obedeciendo en América aunque ya no tiene ningún poder real? A todas esas organizaciones las une un nacionalismo racista como el de la Alemania de Hitler. Los discursos populistas contra los negros y marrones revuelven las glándulas de los frustrados, y la presencia de negros y marrones en cargos políticos importantes y demostrando un alto nivel intelectual en todas sus intervenvenciones en los medios ensangrientan de furia los ojos de los blancos fracasados. Trump ha conseguido aglutinar toda la frustración de los medio pobres blancos y de los pobres de solemnidad que los medio pobres llaman «basura blanca», con discursos que incitan al odio; discursos que son divulgados y comentados por radios y cadenas de televisión afines. Trump ha convertido la frustración de los frustrados en cabreo y ese cabreo en un impulso ciego que les fuerza a cometer cualquier atrocidad para cargarse a la democracia que consideran culpable de su fracaso.

Lo del independentismo catalán y el negacionismo fanático es otra cosa que merece otra explicación en artículo aparte, pero tienen en común con los cabreados americanos que, cada cual por sus motivos, vive en perpetuo cabreo contra las cosas como están. Los unos están dispuestos a renegar de la democracia española aún sin saber cómo se montaría lo que viniera después. Ningún político les dice el cómo. Solo les dicen el modo de emocionarse y cabrearse contra lo que hay. Los negacionistas están dispuestos a arriesgar su propia vida y la vida de los demás. La sensación de superioridad que les proporciona su fanatismo es, en esencia, la misma que siente un supremacista blanco. El vegetariano y el vegano pueden justificar la elección de sus alimentos por su especial empatía con los animales. El negacionista se cabrea si no se le permite que todos se arriesguen como él; es decir, exhibe con orgullo su falta de empatía con sus conciudadanos.  Si su fanatismo les obliga a vivir en un ay que, encima, no pueden confesar, ¿qué derecho tienen los vacunados y enmascarillados a vivir más tranquilos? El negacionista basa su superioridad en una falsa valentía que le obliga a vivir con el miedo a la pandemia que sufren todos los demás, pero con el agravante de que tiene que ocultarlo.  

La manifestación de los homófobos en Madrid revela otro trastorno del que nunca se habla. La sexualidad es un asunto privado que puede tener o no sus complicaciones, pero a ninguna persona que disfrute, más o menos, de una sexualidad satisfactoria, le preocupa la sexualidad de los demás. Algo le pasa al que tiene que afirmar su heterosexualidad públicamente con actitudes homófobas o con ruidosas manifestaciones callejeras. Algo muy grave le pasa al que tiene que afirmar su heterosexualidad agrediendo a homosexuales. Tan injustificables agresiones sugieren que el aparente homófobo se agrede a sí mismo castigándose por reprimir su propia orientación. La explicación puede parecer retorcida pero, ¿qué otra puede haber? Hay quien justifica su homofobia con argumentos religiosos, lo que prácticamente tiene carácter blasfemo. Denostar la homosexualidad en nombre de Dios es atribuir a Dios un interés por la sexualidad que le reduciría a la naturaleza de los dioses míticos.      

Falta decir algo sobre los hombres cabreados por los derechos y libertades que adquieren las mujeres en una democracia; cabreo que vuelcan en los partidos democráticos que aprueban leyes a favor de la igualdad. El gran descubrimiento del cavernícola fue que la mujer tenía mucha menos fuerza que él, lo que le permitía esclavizarla sin gran dificultad. Hoy sigue siendo numerosa la tribu de los hombres que, amparados por su cantidad de testosterona en sangre, utilizan a la mujer como un objeto al que pueden manipular, maltratar y hasta matar. El cabreo de estos hombres contra quienes permiten que la mujer acceda a cargos de relevancia a los que ellos, probablemente, jamás podrán aspirar engorda alimentándose con el empoderamiento de las mujeres gracias a las leyes que lo protegen y a su propia lucha por conseguirlo. Si esos hombres frustrados pudieran, descargarían su cabreo contra los gobernantes y legisladores que les privan de utilizar su fuerza física impunemente para demostrar su superioridad. Hace veinte años empezaron a verse los efectos de la democracia en la defensa de los derechos de las mujeres en Afganistán. Los infrahumanos talibanes han acabado con esos derechos  en pocos días y en nombre de su dios. ¿Cuántos hombres habrá en el mundo que, cabreados por su frustración, hoy envidian regímenes absolutistas como los de los talibanes y otros por el estilo? 

No hace falta devanarse los sesos para descubrir el cabreo que afecta a sociedades que, en el mundo entero, se alejan cada vez más de la naturaleza humana.  Ni hace falta tener una inteligencia portentosa para darse cuenta del daño que los individuos infrahumanizados pueden hacer a todos con su cabreo. En España, la mayoría de los ciudadanos ya han detectado que la propaganda de los tres partidos de derechas se funda en la crítica feroz al gobierno, en el insulto, en la voluntad de cabrear. Conviene que el gobierno tenga en cuenta el objetivo de esa propaganda y a él se enfrente como si se tratara de una emergencia nacional, porque de una emergencia nacional se trata. Un gobierno democrático necesita a los ciudadanos para mantener una democracia fuerte y saludable.  Un gobierno democrático tiene que imponer, por lo tanto, una educación humanizadora que a todos instruya sobre las características y las exigencias de la auténtica libertad, preparando a los ciudadanos de todas las edades para enfrentarse a los ataques destructivos de la desinformación.  O el gobierno lucha contra el cabreo con todos los medios a su alcance o la democracia se convertirá, más pronto que tarde, en un cuento embellecedor del pasado.    

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

6 comentarios sobre “Gobernar contra el cabreo

  1. Estimada amiga, tarea harto complicada añadir algo nuevo a lo que tan bien has descrito.
    Vivimos tiempos de tribulación, todo el mundo se siente, de una u otra manera, con el derecho a despotricar contra lo que ocurre. Unos lo hacen como respuesta al odio y la ira incontrolada de los fascistas y su contorno, otros, fascistas e ignorantes varios, porque necesitan decantar todas sus frustraciones en los demás.
    Así las cosas, basta un insulto, una mentira, para que esto se convierta en motivo de enfrentamiento ayudados con una energía digna de mejor causa por los medios de la caverna mediática.
    La pedagogía democrática se estrella, una y otra vez, contra el muro del peor sordo que el que no quiere oír.
    Lo cierto es que descorazonan a la gente de buena fe estas batallas estériles y zafias.
    ¿Qué podemos hacer sin caer en la equidistancia?… Seguir luchando con el arma más poderosa: la palabra hablada y escrita. Justo lo que hace María Mir-Rocafort y los que, como yo, tratamos de impulsarla, de elevar la difusión de sus artículos para que más y más ciudadanos los lean y saquen sus propias conclusiones.
    Es difícil, lo sé, la corriente de la vida da muy pocas pausas para reflexionar y meditar, lo fácil es dejarse llevar por esa corriente y quedarse con la primera soflama que lea o escuche.
    No desespero, dicen que un optimista es alguien mal informado, no lo creo. Sin pedagogía, sin cultura, sin belleza seríamos todos semovientes movidos por los particulares intereses de cada cual, seríamos como los hiperventilados que el sábado pasado ensuciaron el barrio de Chueca. Bastaba con oír los ladridos de sus soflamas para darse cuenta de que, en algunos seres humanos, la evolución se interrumpió en algún momento y ahí siguen, ya no usan taparrabos, ahora utilizan los símbolos más abyectos, los que más daño han hecho durante la historia de la humanidad, para sentir que son alguien.
    Por lo tanto, a seguir luchando incruentamente, haciendo que la palabra y el ejemplo destruyan el odio y la espada.

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  2. Disculpa mi ignorancia María, pero tengo entendido que Carlitos Puigdemont se fue de España para que no le metieran en la cárcel como a otros que si fueron a parar a las mazmorras como si fuesen peligrosos violadores, que yo sepa no tienen muertos a sus espaldas para tanta prisión, como por ejemplo Junqueras, si tienen como bien dices muertos a sus espaldas y cuernos en sus cabezas los animales del asalto al Capitolio, entonces no acabo de entender por que mezclamos las Churras con las Merinas, aquí en CAT se hacen las cosas de manera pacífica.

    Incluso las declaraciones de independencia son por las buenas y medio en broma por prevención y miedo a las salvajes reacciones de las derechas franquistas que son las que siguen manejando los poderes profundos del estado y lo sabes.

    La rebelión y la sedición solo existe en cabezones mucho españoles, Los europeos en general y a las pruebas me remito no lo ven así (Una lágrima cayó en Llarena) .

    Si Escocia o Quebec pueden celebrar referéndums, nosotros los catalanes ¿porque no? y si los hacemos y además no son vinculantes ¿porqué nos pegan? si ni ese Maduro tan dictador y demoniaco tampoco lo hace con sus venezolanos cuando celebran los referéndums que el no reconoce.

    Tenemos el dudoso honor de ser el único país que pega a los que votan en privado.

    En lo demás que explicas estoy bastante de acuerdo, como suele ser lo habitual, salvo en que Putin no es peor que Trump, seguramente te informas demasiado en medios usanianos, intenta cambiar de perspectiva, Lee a Rafael Poch de Feliu por ejemplo, eso enriquece yo os leo a los dos, un cordial saludo.

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    1. Hola Futbolín. Si te fijas, en ningún momento sugiero que los presos independentistas tengan muertos a sus espaldas. No es correcto considerarlos «presos políticos» porque tuvieron juicios con todas las garantías en una democracia. Yo no estoy de acuerdo con que fueran a la cárcel, pero con un tribunal ideológicamente de derechas, los delitos de que les acusó la fiscalia conllevaban penas de prisión. Lo de mazmorras me parece exagerado. Fueron a una cárcel moderna donde gozaron de ciertos privilegios .

      El salvajismo con el que intentó se impedir el referéndum fue eso, salvajismo. Los policías cumplían órdenes y recuerda quién estaba en La Moncloa y quién era el Ministro del Interior.
      Siempre salen Escocia y Quebec, ejemplos que no son válidos para comparar a Cataluña, ni históricamente ni en su derecho actual a un rferéndum. Un referéndum en España requiere, además de otros procedimientos, la aprobación por 3/5 partes del Congreso. Es impensable que el PP aportaría los votos necesarios.
      De Puigdemont no me hables. Se fugó sin comunicárselo a nadie dejando que sus compañeros se pudrieran aquí y montó el show de Waterloo con nuestro dinero poniendo a Cataluña en ridículo.
      Comparar a Trump con Putin requiere un estudio más detallado. Putin es fiel a su formación en la KGB y ha provocado la persecución y asesinato de varios opositores. Trump es un autócrata chiflado, un psicópata de libro, nada más.
      Abrazote

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  3. No lo vemos igual, pero es normal, es cierto que Puigdemont y algunos mas se fueron, no avisó, es que si avisa lo «capan» y en cuanto a nuestro dinero, que yo sepa le mantienen sus fieles y es eurodiputado, lo del ridículo es relativo, con el amigo Llarena y el enchufado Marchena que controlan por detrás o por los lados la Injusticia Nacional (caducada como un yogur del pleistoceno) ; yo percibo que del ridículo el estado participa a tope, Martin Pallín al que seguro que conoces opina que hubo revancha muy prevaricadora, encima el Mayor Trapero ha salido reforzado lo que demuestra muchas cosas, entre otras que no tuvieron un juicio justo como corroborará no lo dudes el Tribunal de Estrasburgo, y si, la diferencia con Canadá e Inglaterra es que son democracias mas rodadas, no montan el drama de español cornudo y acomplejado autorizan el referéndum bajo condiciones pactadas y lo ganan como hubiese ocurrido aquí (si no fuese fomentar el odio a Cataluña tan rentable en otros lugares) y a otra cosa mariposa, porque la gente en general no tiene ganas de aventuras que nunca saben como irán a terminar y además gran parte de la derecha catalana era un poco corrupta, jajaja y por mucho que Mas se subió a la hola no colaba, pero mira suspendieron el Estatutillo en el constitucional y de aquellos polvos……

    En cuanto a Los gringos si no envenenan a Assange y lo matan lentamente sin polonio pero vete a saber que le dan, nada bueno seguro y mantienen las torturas en Guantánamo yo casi que lo dejaría con Putin en un empate técnico, 1000 bases fuera de sus territorios o casi tienen los gringos, chinitos y rusitos en su casa están y desde hace mas de 2000 años que yo sepa no se van al ladito del enemigo geoestratégico a tocarle las naricillas, menudo lavado de cerebro nos pega el gendarme del imperio del Kaos para que demonicemos a los demás, aquí es difícil saber quien es peor, pero ypo no m e atrevo a hacer rankings porque no sabemos ninguno de las misas ni la mitad.
    Bueno María muchas gracias por tu amable respuesta, un abrazo y mucha salud que corren virus malos.

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    1. Buenos días, >Futbolín. Quiero contestarte con calma. Me encanta que podamos hablar de algo tan sensible, teniendo opiniones tan dispares, son racionalidad, sin acritud. Es algo hoy por hoy insólito.
      Quiero contestarte con calma, pero hoy, dicho en fino, voy de culo. Estoy esperando a que el pastillerío que me mantiene viva me haga efecto para bajar al pueblo a resolver asuntos.
      Intentaré contestarte esta tarde. Se me ocurre, sin embargo, que sería mejor que nos comunicáramos por email porque nos da más espacio. Mi email es mariapmir@gmail.com
      Si prefieres que nos comuniquemos en catalán, tú mismo. No sé de dónde eres
      Hasta luego

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  4. Como prefieras, a tu disposición, yo escribo siempre en castellano que es mi idioma materno y madrileño pero me trajeron a Cataluña cuando tenía 5 años en 1956 y entonces el catalán no se enseñaba en la la escuela ni en el instituto ni siquiera los profesores catalanes lo usaban cuando hablaban con nosotros ni que fuera oficiosamente y el pasillo, en las aulas estaba proscrito, ahora hace 13 años que vivo casi exclusivamente en Murcia y la cuestión de escritura se me hace un poco mas complicada en catalán, sin prisa María y ya hablamos cuando vayamos teniendo ratos libres, un abrazo, mi email es: cbengoa@gmail.com

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